La Fundación del Español Urgente (Fundéu), que promueve la agencia EFE y el banco BBVA, ha elegido “populismo” como palabra del año, seleccionada entre aquellos términos que han marcado la actualidad informativa de 2016 y tienen, además, interés desde el punto de vista lingüístico.
No es que sea un neologismo, como ha ocurrido en varios años anteriores. Ya el Diccionario de la Lengua Española recoge esa acepción como ‘tendencia política que pretende atraerse a las clases populares’ Y añade: ‘úsase más en sentido despectivo’.
Para Fundéu BBVA, “parecía claro que en un año tan político como éste, con acontecimientos de importancia global como el brexit, la victoria electoral de Donald Trump y los diferentes procesos electorales y plebiscitarios en América y España, la palabra del año tenía que venir de ese ámbito”.
“Parece estar imponiéndose una visión negativa del término, que suele aplicarse a políticos de todas las ideologías, pero que tienen en común la apelación emotiva al ciudadano y la oferta de soluciones simples a problemas complejos”, añade.
Efectivamente, qué diferencia hay entre el “¡exprópiese!” del desaparecido presidente venezolano Hugo Sánchez, que en cinco minutos y sobre la marcha en presencia del cámara de tv ordenó el 7 de febrero de 2010 la enajenación de tres edificios privados en la manzana que rodea la plaza Bolívar de Caracas, y el reciente “¡Cancelen la orden!” del presidente electo norteamericano, Donald Trump, contra el encargo a Boeing de los aviones presidenciales, o la amenaza a Lockheed Martin por los excesivos costes del Programa F-35, todo ello en sucesivos mensajes en su cuenta de Twitter y con menos de medio centenar de caracteres, sin esperar siquiera a tener las facultades ejecutivas correspondientes.
Posiblemente los costes de los aviones encargados por el Gobierno todavía ejerciente sean elevados y aun excesivos, pero creemos que hay maneras de actuar. Habrá que estudiarlo detenidamente con el asesoramiento técnico de expertos competentes, llenarse de razón dialogando, pidiendo explicaciones, negociando, como sería más comprensible en un hombre de negocios, cual es el caso del presidente electo norteamericano.
Todo menos la arrogancia desde el poder por parte de quien, además, aún no lo ejerce y con actitudes, ademanes y recursos absolutamente reprochables y que tanto perjuicio han podido causar no sólo a las empresas directamente afectadas, sino a toda la industria del sector. ¡Cuánto daño se ha podido causar con tan mínimo e improvisado esfuerzo!
Es el “primero dispara y luego dialoga y negocia”. Eso es efectivamente el populismo tal como se está acuñando actualmente y que responde a esa tendencia autoritaria, sobrada y mesiánica, “populista”, que no popular, en el sentido despectivo que le reconocen todos los diccionarios más solventes de regenerar la sociedad, llevándoselo todo por delante.
Los problemas complejos exigen reflexión, mesura, diálogo y moderación antes de adoptar resoluciones ponderadas, razonables y justas. Es decir, a fuego lento y no por un calentón de boca o de tuit. La cuenta de Twitter no puede ser el boletín oficial de la presidencia. Las decisiones precipitadas e improvisadas, gobernar a golpe de ocurrencia, recortar por principio un porcentaje de los precios de los proveedores puede ser más que popular, populista, y acarrear a la postre mayores perjuicios para el pueblo. Normalmente no hay soluciones sencillas para problemas complejos como parece ser el axioma en el que está asentado el populismo.