Madrid.- El próximo ministro de Industria que salga de las negociaciones para formar Gobierno -o del Ejecutivo que pudiera formarse tras las elecciones generales en junio- habrá de presidir a finales de año en Lucerna (Suiza) el Consejo Ministerial de la Agencia Espacial Europea (ESA) con el problema de los lanzadores espaciales sobre la mesa.
Entre los muchos expedientes sobre los que habrán de decidir los ministros en el encuentro bienal que define de manera efectiva las estrategias y políticas espaciales europeas, el de los lanzadores -un sector que representa el 20% del presupuesto de la ESA- parece convertirse cada día más complejo e interesante. De hecho, se encontrarán frente a una situación muy diferente a la de la anterior edición, en Luxemburgo, tanto en términos de gobernabilidad como de competitividad.
Especialmente después de la aparición de nuevos actores, nacionales y privados, que están cambiando profundamente límites y perspectivas de la primera "etapa" de cualquier política en este ámbito: el acceso al espacio.
Recientemente, la Comisión Europea abrió una investigación sobre la adquisición de Arianespace, el consorcio que gestiona los portadores de lanzamientos europeos, por la empresa Airbus Safran Lanzadores (ASL), una joint-venture creada en diciembre de 2014, coincidiendo con la celebración del anterior Consejo Ministerial de la ESA.
Bruselas se ha marcado un plazo hasta el próximo 12 de julio para aprobar o denegar la adquisición del 34% de Arianespace en poder de la agencia espacial francesa (CNES) por parte de ASL, que pasaría así del 30% al 64% del capital de aquella.
En la Comisión Europea se temen las consecuencias que podrían derivarse de la configuración de un monopolio de dimensión internacional para los lanzamientos de los satélites de los programas Copérnico y Galileo con un valor aproximado 835 millones de euros.
Y por si fuera poco, ASL también ha manifestado recientemente su interés en hacerse con un 85% de Avio, constructor del lanzador Vega y actualmente en poder de Cinven, una firma británica de capital riesgo que está tratando de obtener beneficios económicos con su participación desde hace varios años en la empresa italiana. A esa adquisición se ha opuesto decididamente la Agencia Espacial Italiana (ASI).