Darmstadt.- El pasado lunes, los dos cubos alojados en el núcleo de la misión LISA Pathfinder de la ESA fueron liberados y expuestos exclusivamente al movimiento provocado por el efecto de la gravedad. Se trata de un nuevo paso al frente para poner a prueba las tecnologías que permiten observar las ondas gravitatorias desde el espacio, según indicó la agencia.
Los últimos dos meses han sido intensos para LISA Pathfinder. Después su lanzamiento el 3 de diciembre y de seis encendidos para elevar su órbita, en enero alcanzó finalmente el emplazamiento operativo a 1,5 millones de km de la Tierra en dirección al Sol, y el equipo de ingenieros y científicos comenzó a activar y poner a prueba sus sistemas.
Una de las operaciones más delicadas consistía en liberar las dos masas de prueba de los mecanismos que los habían mantenido fijos durante la manipulación en tierra, el lanzamiento y el trayecto.
En primer lugar, el pasado día 3 se retrajeron los ocho "dedos" bloqueadores que ejercían presión sobre las esquinas de los idénticos cubos de oro y platino. Los cubos se mantenían en posición gracias a la ayuda de dos bastones que empujaban suavemente en direcciones opuestas.
Doce días más tarde se retrajeron también los bastones de la primera masa de prueba y, un día más tarde, los de la segunda, lo que dejó a los cubos flotando libremente a varios milímetros de las paredes de sus contenedores.
El éxito del lanzamiento de los dos cubos, que flotaban en el espacio a 1,5 millones de km de distancia, provocó asombro y fascinación entre los miembros del equipo.
Durante los días siguientes se aplicaron fuerzas electrostáticas ligeras con el fin de manipular los cubos y conseguir que siguieran el movimiento de la nave a través del espacio, que se ve ligeramente perturbado por fuerzas externas como la presión de la luz solar.
Gracias a ello el equipo pudo seguir realizando pruebas a los instrumentos, incluido el sistema empleado para medir la carga eléctrica de cada cubo y los procedimientos aplicados para monitorizar su posición y orientación.
Posteriormente, el equipo alineó los dos cubos a través del rayo láser que los une y verificó que las mediciones proporcionadas por el mismo concordasen con las de los sensores electrostáticos.
Una vez comprobado que todo marchaba según lo previsto, la intensidad de las fuerzas electrostáticas fue reduciéndose gradualmente hasta que dejó de aplicarse por completo sobre los ejes sensibles de las masas. Como resultado de ello, el 19 de febrero se realizó una breve prueba de movimiento sin arrastre.
Por último, el pasado lunes el equipo afrontó su mayor desafío: liberar por completo los dos cubos, permitiendo que se desplazasen solo gracias al efecto de la gravedad y manipulando activamente la nave situada alrededor de ellos.
Para ello, LISA Pathfinder mide la posición y orientación de cada cubo y corrige su movimiento disparando micropropulsores que la mantienen centrada en un cubo.
"Es un logro histórico, estamos mostrando la caída libre más precisa que haya logrado jamás en el espacio", declara Paul McNamara jefe científico del proyecto LISA Pathfinder de la ESA.