Madrid.- El Gran Barajas -con su Terminal 4, el Edificio Satélite y dos nuevas pistas-, de cuya inauguración oficial se cumplen ahora 10 años, no ha colmado las expectativas despertadas en su día y que motivaron la ampliación del aeropuerto madrileño con un coste de más de 6.200 millones de euros.
En el año 2005, por el ahora denominado Adolfo Suárez-Madrid Barajas pasaron 42,1 millones de pasajeros. Se estimó entonces que con las gigantescas obras de ampliación, en menos de cinco años el aeropuerto acogería por encima de los 70 millones de viajeros. Pues bien, no a cinco, sino a diez años de la inauguración oficial, en el pasado año, por Barajas sólo pasaron 46,8 millones de viajeros, según el balance anual de Aena correspondiente a 2015, año en que, además, se han batido todos los récords de llegadas de turistas a nuestro país.
La puesta en marcha del Gran Barajas había suscitado grandes expectativas. Se esperaba que aportara no sólo ventajas para el propio aeropuerto y su más próximo entorno, sino a todo Madrid porque se confiaba que aumentara el turismo y se impulsara el crecimiento de las empresas de transporte y los negocios multinacionales.
Aena anunció entonces sus previsiones de que en la siguiente década, es decir, la que ahora acaba, “con el nuevo Barajas se crearían 300.000 puestos de trabajo y su contribución al producto regional bruto superaría el 20%”. Y añadió: cada aterrizaje o despegue añade unos 12.000 euros a la masa regional y cada dos aterrizajes o despegues sustentan más de un empleo”.
Se esperaba que el aeropuerto con mayor capacidad de Europa tras su ampliación pasara de las 78 operaciones a los 120 movimientos a la hora, lo que le permitiría gestionar un tráfico de hasta 70 millones de pasajeros anuales. Pero al cabo de diez años los resultados son muy distintos. En el 2005, el volumen de operaciones efectuadas en Barajas fue de 415.704 mientras que en 2015 las estadísticas de Aena reflejaron una cifra de despegues y aterrizajes en el aeropuerto madrileño de sólo 366.605.
La "faraónica" obra, como la llamó la entonces ministra de Fomento, Magdalena álvarez, costó cinco veces más de lo previsto por Aena siete años antes, cuando se decidió la ampliación. Once empresas participaron en el concurso para el diseño de la nueva terminal. El proyecto comprendía la construcción de una tercera pista, una terminal para darle servicio, un tren eléctrico que uniría las terminales y la construcción de dos carreteras entre Madrid y Barajas.El proyecto presentado por los estudios de arquitectura del español Antonio Lamela y el británico Richard Rogers ganó el concurso. Anunciaron que las obras costarían entre 30.000 y 40.000 millones de pesetas (entre 180 y 240 millones de euros) y se prolongarían durante 36 meses.