Como si de la segunda ola de una rara pandemia aeronáutica se tratara, de nuevo se ha ordenado el confinamiento de aviones B737 MAX “por un posible problema eléctrico”, lo que implicará una cuarentena más o menos prolongada de hasta casi un centenar de estos aparatos pertenecientes a 16 aerolíneas, según cálculos de la prensa norteamericana.
Boeing no identificó qué 16 aerolíneas ni cuántos, de los 183 aviones 737 MAX que entraron en servicio después de casi dos años de inmovilización, se han visto afectados por el problema. Aproximadamente 20 operadores están realizando unos 400 vuelos diarios con estos aparatos, entre ellos varias compañías norteamericanas, sólo cuatro de las cuales suman 70 aviones afectados.
Southwest, que posee la mayoría de los 737 MAX y que acaba de encargar a Boeing otros 100 más, anunció el viernes la retirada de 30 de los 58 aviones de ese modelo en su flota. Por su parte, American Airlines, la primera aerolínea estadounidense en comenzar a volar con el 737 MAX después de la primera inmovilización, en el pasado mes de diciembre, reconoció que el problema no afecta a los 24 aviones 737 MAX que tenía en su flota antes de la retirada inicial, sino solo a los 17 aviones que fueron construidos durante o después de ese confinamiento y recibidos a partir del pasado mes de noviembre. United Airlines ha anunciado la retirada de 16 de sus 30 aviones 737 MAX y Alaska Airlines cuatro aparatos de éstos.
“Los problemas de Boeing crecen”, titulaba este fin de semana un diario norteamericano. Los daños de imagen y económicos para el fabricante estadounidense son muy significativos. Y más en medio de una crisis del transporte aéreo provocado por la pandemia de Covid-19. Se trata del último de una serie de problemas surgidos con este modelo, particularmente desde que dos de estos aviones se estrellaran en 2018 y 2019 provocando la muerte de 346 personas. Pero es el primero desde que la Federal Aviation Administration (FAA) y otros reguladores internacionales levantaran su inmovilización después de casi dos años y volviera al servicio a finales de 2020.
A últimos de 2019, después de un año desastroso, la crisis del 737 MAX se llevó por delante, entre otros altos cargos de la empresa, a su consejero delegado, Dennis Muilenburg, principal víctima de la grave merma de confianza vivida por el mayor fabricante de aviones del mundo que llevó a la compañía estadounidense a suspender temporalmente la producción de su programa estrella.
La anterior puesta en tierra del 737 MAX le supuso a Boeing una pérdida de más de 20.000 millones de dólares, según los analistas. Y ahora, el anuncio de los nuevos problemas provocó una caída de sus acciones del 1,5% en las primeras operaciones del pasado viernes.
La FAA, que fue acusada el pasado mes de diciembre por el Senado norteamericano de obstaculizar las investigaciones del doble accidente y de dejar que Boeing influyera indebidamente para manipular pruebas durante el proceso de recertificación del 737 MAX, dijo en un comunicado el viernes que “se asegurará de que se aborde el problema”.