El Solar Orbiter (SoIO), lanzado en febrero en una misión conjunta de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de EEUU (Nasa), está a punto de encontrarse en el lugar donde podrá descubrir los secretos que aguarda el Sol y realizar así mediciones exhaustivas del naciente viento solar.
Hasta ahora, el estudio del Sol se limitaba a los datos que se recopilaban desde distancias más o menos iguales a la separación de la estrella de la Tierra, según Ian Walters, director del proyecto Solar Orbiter de Airbus.
“El viento solar tarda entre dos y cuatro días en llegar del Sol a la Tierra, y en ese tiempo, se transforma por completo. Podemos correlacionar mejor lo que se ve con lo que se siente desde el Sol si podemos acercarnos. Ese es el objetivo de la misión Solar Orbiter … y nunca antes se había logrado”, explica Walters
Para que la nave espacial y sus 10 instrumentos sobrevivan a temperaturas tan extremas, de hasta 600 grados centígrados, Airbus diseñó un escudo térmico protector con aberturas para que los cinco telescopios de SolO se asomaran durante la caminata.
Según Walters, la tecnología de protección contra el calor más crítica es el conjunto de radiador independiente (SORA), un conjunto de radiadores ubicados en el lado de la nave espacial que siempre está en la sombra, lo que les permite transferir rápidamente el calor de los instrumentos al espacio. Las correas térmicas de SORA están hechas de grafito pirolítico, que es cinco veces más conductor que el alambre de cobre pero flexible como el papel.
Para evitar cualquier contaminación molecular que pudiera comprometer las imágenes de los telescopios, Airbus también construyó Solar Orbiter a niveles de limpieza muy superiores a cualquier otra nave espacial construida en el Reino Unido hasta la fecha. Cada elemento en SolO se ha calentado a más de 120 grados para asegurarse de que no se emitan gases en el vacío del espacio.
Los datos de Solar Orbiter pueden ayudar a realizar mejoras significativas en la vida cotidiana, particularmente cuando se trata de predecir erupciones solares y eyecciones de masa coronal (CME): las expulsiones del plasma y el campo magnético que lo acompaña del sol, lo que puede tener un gran impacto en la Tierra.
“Si pudiéramos predecir que el CME vendría en nuestro camino, tendríamos un aviso de aproximadamente dos días para que los comités gubernamentales de emergencia se activen y reaccionen, en lugar de los pocos minutos de aviso que recibimos hoy”, comenta Walters.