El vuelo de China Southern Airlines que despegó el pasado viernes de Guangzhou con destino a la ciudad de Zhengzhou, fue el del primer Boeing 737 MAX-8 operado por China tras los siniestros de Etiopía e indonesia en 2018 y 209, respectivamente, y que causaron la muerte de un total de 346 personas.
En marzo de 2019, las autoridades de aviación chinas ordenaron a las aerolíneas del país que inmovilizaran todos sus aviones Boeing 737 MAX 8, a la espera de estricto control de seguridad.
El avión recibió autorización para volar nuevamente en los Estados Unidos, Europa y otros países, tras la incorporación de modificaciones en el software de control de vuelo y la capacitación de los pilotos.
Boeing y su ex CEO, Dennis Muilenburg, acordaron el pago de fuertes multas para resolver los cargos de la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU que alegaban que engañaron al público sobre la seguridad del 737 Max tras el doble accidentes.
El pasado mes de diciembre, casi cuatro años después, las autoridades chinas reconocieron oficialmente que el avión estaba en condiciones de vuelo y autorizaron el regreso a los cielos del país para finales del pasado año o comienzos del presente.