La policía francesa no permitió desembarcar a los siete hombres y tres mujeres que, a bordo de un avión de negocios Embraer Legacy, aterrizaron en el aeropuerto de Marsella, el pasado día 4 saltándose las restricciones por el coronavirus, con intención de desplazarse luego en tres helicópteros hasta la Costa Azul donde pretendían pasar unas vacaciones, según informó la prensa británica.
Tal como han detallado los medios del Reino Unido este fin de semana, el grupo de pasajeros del vuelo de Londres a Cannes estaba formado por ciudadanos de Alemania, Francia, Rumanía, Croacia y Ucrania, personas acaudaladas de entre 40 y 50 años los siete hombres, y de entre 20 y 27 años las tres mujeres. Su destino era una villa de lujo alquilada en el sur de Francia.
La excursión -el viaje y la estancia-, estuvo organizada y pagada por un empresario croata que trabaja en el mundo de las finanzas en el Reino Unido, quien alquiló también tres helicópteros para trasladar a todo el grupo hasta la villa reservada en Cannes. El organizador indicó a la policía francesa en el aeropuerto de Marsella que los viajeros tenían la intención de guardar el confinamiento prescrito en la residencia de lujo alquilada.
«Evidentemente, se trataba de un viaje recreativo que, bajo las medidas de contención del coronavirus, está estrictamente prohibido», dijo la policía ordenando al piloto del avión que no aterrizara, pero aun así lo hizo. Francia mantiene sus fronteras cerradas desde el pasado 17 de marzo y solo permite viajes esenciales que deben justificarse documentalmente. “Los viajes y los planes de viajes están suspendidos por el brote de coronavirus”, dice textualmente en su web el aeropuerto marsellés.
A los pasajeros no se les permitió desembarcar. “No tenían razones justificadas para viajar. Atravesar fronteras solo se permite con una razón legítima o convincente», señalaron las fuentes.
Las discusiones entre los pasajeros y la policía llegaron a más cuando conocieron que los pilotos de los tres helicópteros que los esperaban para su traslado a la villa de Cannes recibieron la orden de abandonar las aeronaves y fueron multados por quebrantar las vigentes restricciones europeas de vuelo. Estos helicópteros habían sido alquilados en el departamento de Var a una compañía que ofrece servicios privados para clientes privilegiados, según los medios.
En medio de las discusiones, un empresario ucraniano ofreció dinero en efectivo a los agentes y les dijo: «tengo dinero, hablemos», reconoció una fuente policial.
Debido a que los pasajeros no consiguieron desembarcar, no fueron multados y el avión fue obligado a regresar a Londres.