El satélite MetOp de segunda generación B1 ha entrado en su tercera y más delicada ronda de pruebas previas al lanzamiento a bordo de un Ariane6, lo que marca otro paso hacia el fortalecimiento de las capacidades de pronóstico meteorológico de Europa.
Los ingenieros están sometiendo ahora el satélite a rigurosas pruebas de compatibilidad electromagnética para garantizar que sus numerosos sistemas electrónicos puedan funcionar sin interferir entre sí una vez que este nuevo satélite meteorológico esté en órbita alrededor de la Tierra el año próximo.
La misión MetOp de segunda generación se basa en un dúo de satélites complementarios que vuelan en órbita polar. El primero, MetOp-SG-A1, se lanzó hace poco más de tres meses, y los ingenieros preparan ahora a su compañero, MetOp-SG-B1, para unirse a él el próximo año. Ambos satélites están equipados con conjuntos complementarios de instrumentos (11 en total) para proporcionar mediciones de alta resolución de temperatura, precipitación, nubes, vientos y otras variables atmosféricas y ambientales clave.
Como uno de los sistemas de monitorización atmosférica más avanzados jamás desplegados, la misión MetOp-SG, que comprende tres pares sucesivos de satélites, proporcionará a los meteorólogos datos globales esenciales para predecir tormentas, rastrear tendencias climáticas y mejorar la precisión de los pronósticos meteorológicos diarios durante más de dos décadas.
Los satélites MetOp-SG de tipo B llevan cinco instrumentos: un dispersómetro, para proporcionar vectores de viento de la superficie del océano y la humedad del suelo de la superficie terrestre, una sonda de ocultación por radio (que también está en los satélites de tipo A) para proporcionar perfiles de temperatura y humedad atmosférica, así como información sobre la ionosfera, un generador de imágenes de microondas para monitorear las precipitaciones y evaluar la extensión del hielo marino, un generador de imágenes de nubes de hielo para medir el agua del hielo de las nubes y un sistema avanzado de recopilación de datos Argos-4 que reúne y transmite datos desde plataformas de superficie, boyas, barcos, globos y aerotransportadas.
Además de estos instrumentos tan importantes, el satélite también lleva el conjunto habitual de computadoras a bordo, sistemas de energía y transmisores de alta velocidad que operan en las bandas S, X y Ka para transmitir los enormes volúmenes de datos que el satélite recoge. Cada uno de estos sistemas se ha probado de forma independiente, pero en última instancia deben funcionar en paralelo sin interferir entre sí. Aquí es donde entran en juego las pruebas de compatibilidad electromagnética.
Para realizar estas pruebas, los ingenieros de las instalaciones de Airbus en Toulouse, Francia, han colocado MetOp-SG-B1 dentro de una cámara anecoica cavernosa, una especie de vacío electromagnético artificial. La sala está revestida con los llamativos absorbentes de espuma piramidales azules. Toda la cámara está blindada como una jaula de Faraday, bloqueando las señales externas e impidiendo las reflexiones internas. En este entorno silencioso, el satélite se somete a una serie de rigurosas pruebas.
La primera fase, denominada compatibilidad del lanzador, garantiza que el satélite no emitirá señales que puedan perturbar el funcionamiento del cohete Ariane 6 y que podrá soportar el entorno electromagnético generado durante el lanzamiento. A continuación, las pruebas de margen del receptor miden el ruido que cada instrumento capta del propio satélite, lo que confirma que los sensores siguen siendo mucho más sensibles a las señales de la Tierra que a las de sus instrumentos vecinos. Por último, las comprobaciones de compatibilidad automática verifican que cada instrumento funciona normalmente cuando todos los sistemas funcionan a plena potencia.
Estas campañas son largas, y suelen durar de dos a cuatro semanas. Si bien se basan en sofisticados analizadores de espectro y herramientas avanzadas de procesamiento de señales, el trabajo a menudo requiere improvisación práctica. Cuando surge una interferencia inesperada, los ingenieros pueden recurrir a una solución sorprendentemente sencilla, pero de eficacia comprobada: aplicar pequeños trozos de papel de aluminio o cinta adhesiva para localizar y suprimir las emisiones dispersas. La combinación de ciencia de vanguardia y experiencia práctica en el campo ha sido durante mucho tiempo un sello distintivo de este tipo de pruebas.
Una vez superado este último obstáculo medioambiental, MetOp-SG-B1 avanza a paso firme hacia su lanzamiento en 2026 y está un paso más cerca de reforzar las capacidades de previsión meteorológica de Europa.











