La Agencia Espacial Europea (ESA) está invirtiendo en tecnologías de automatización que pueden ayudar a los operadores de satélites a responder con mayor eficacia a los riesgos de colisión. La órbita terrestre está cada vez más saturada. Con más de 11 000 satélites activos y miles más previstos para los próximos años, además de más de 1,2 millones de fragmentos de basura espacial de más de un centímetro, el riesgo de colisiones en órbita se ha convertido en una preocupación operativa diaria.
En el centro de este esfuerzo se encuentra el proyecto de Estimación del Riesgo de Colisión y Mitigación Automatizada (CREAM). Elemento clave del Programa de Seguridad Espacial de la ESA, su objetivo es reducir la carga de trabajo de los operadores, el número de falsas alertas y el tiempo de respuesta de las medidas para evitar colisiones, a la vez que mejora la seguridad de las misiones.
El proyecto, que comenzó en 2020, ha entrado ahora en una fase crítica de operaciones de prueba de sistemas terrestres y demostraciones en órbita.
Evaluar el riesgo de colisión y, de ser necesario, diseñar maniobras para evitarla son dos tareas laboriosas. La comunicación (o la falta de ella) entre operadores de satélite suele ser puntual, no siempre fácil y, en ocasiones, puede causar complicaciones. Para facilitar el trabajo manual, la visión del sistema CREAM abarca numerosas actividades relacionadas: evaluar posibles conjunciones, generar planes de maniobra y apoyar la toma de decisiones, coordinarse con otros operadores y supervisar a los posibles futuros reguladores.
Se está diseñando un componente del sistema para que un ecosistema diverso de partes interesadas se comunique. Al conectar a operadores de satélites, proveedores de servicios de conocimiento de la situación espacial, reguladores y observadores, CREAM puede facilitar la toma de decisiones en todo momento, especialmente si se trata de dos satélites activos en lugar de desechos.
CREAM también puede facilitar la negociación entre operadores, minimizando la intervención humana. En caso de desacuerdo con una solución propuesta, CREAM podría remitir el asunto a un servicio de mediación, garantizando así flexibilidad, transparencia y equidad.
De la tierra a la órbita
Actualmente, los componentes del prototipo del sistema CREAM, desarrollado por GMV y Guardtime, se están integrando en una plataforma común bajo la dirección de GMV. El sistema, aún en tierra, ya puede generar alertas y maniobras de evasión que el segmento terrestre implementa, además de facilitar la coordinación entre las partes.
El proyecto entrará ahora en una fase piloto ampliada a medida que se incorporen tecnologías adicionales para el proceso de toma de decisiones, mientras que paralelamente se preparan demostraciones en órbita. Estas incluyen misiones piggyback, en las que el sistema se integrará como carga útil digital, así como una misión de demostración en órbita dedicada a CREAM.
CREAM no solo puede contribuir a la sostenibilidad espacial al ayudar a evitar colisiones y la generación de escombros. La integración de un componente CREAM a bordo de naves espaciales también puede facilitar, como componente tecnológico, una transición en el marco regulatorio de la gestión del tráfico espacial. El problema de establecer cualquier tipo de «reglas de juego» depende no solo de la necesidad de consensuar dichas normas, sino también de la disponibilidad de las tecnologías necesarias para hacerlas realidad: una especie de dilema del huevo y la gallina.
CREAM puede respaldar los futuros marcos de gestión del tráfico espacial al ofrecer un conjunto de herramientas estandarizadas que permiten a los operadores cumplir con las mejores prácticas y normas, y a los reguladores supervisar su cumplimiento. Está diseñado para ser altamente adaptable, permitiendo a usuarios sin conocimientos técnicos definir estándares cambiantes dentro del sistema. Esta flexibilidad garantiza su relevancia a largo plazo a medida que las mejores prácticas, las normas internacionales y las tecnologías se desarrollen.