El 8 de septiembre de 2024 marcará el fin de una era para la Agencia Espacial Europea (ESA) con el reingreso controlado de uno de los cuatro satélites de la misión Cluster. Esta misión, que ha estado en funcionamiento durante más de 24 años, se lanzó en el año 2000 con el objetivo de estudiar el entorno magnético de la Tierra. La reentrada tendrá lugar sobre una zona no habitada del Océano Pacífico Sur, y aunque el satélite dejará de realizar observaciones científicas, los datos recopilados seguirán proporcionando descubrimientos durante años.
Este reingreso controlado, el primero de su tipo, representa un paso significativo en los esfuerzos de la ESA por liderar una exploración espacial sostenible. La misión Cluster ha sido fundamental en el estudio de la magnetosfera terrestre, la barrera natural que protege nuestro planeta de las partículas solares, conocidas como viento solar, que pueden causar fenómenos como las auroras boreales, pero también generar problemas en las comunicaciones y dañar satélites.
Cluster fue diseñada inicialmente para una misión de dos años, pero su impacto científico la mantuvo operativa durante más de dos décadas. A lo largo de este tiempo, los satélites han proporcionado información valiosa sobre cómo la magnetosfera nos protege de las tormentas solares. Philippe Escoubet, gerente de la misión Cluster, destacó la importancia de estos hallazgos para comprender mejor el clima espacial y predecir sus efectos en la Tierra.
La misión no solo ha sido pionera en la monitorización del clima espacial, sino que también está estableciendo nuevos estándares en la reducción de basura espacial. Sin la intervención de la ESA, los satélites podrían haber reingresado en la atmósfera de manera descontrolada, representando un riesgo potencial para zonas pobladas. Al coordinar este reingreso controlado, la ESA asegura que la misión no contribuye a la creciente cantidad de desechos en órbita.
De los cuatro satélites de la misión, apodados Rumba, Salsa, Samba y Tango, será Salsa el primero en reingresar en la atmósfera. La ESA ha ajustado su órbita para garantizar que el satélite descienda de manera segura sobre una región remota del Pacífico, minimizando cualquier riesgo para áreas habitadas. Este proceso cuidadosamente planificado refleja un enfoque innovador hacia la seguridad espacial.
Aunque no se espera que fragmentos del satélite sobrevivan a la reentrada, la ESA está considerando la posibilidad de observar el evento desde un avión para recopilar datos valiosos sobre cómo se desintegran los satélites al atravesar las capas inferiores de la atmósfera. Estos estudios podrían mejorar aún más la predicción de futuros reingresos y la seguridad de las personas en la Tierra.
Un futuro más limpio para el espacio
El reingreso de Salsa sigue los pasos de las misiones Aeolus y ERS-2 de la ESA, en lo que representa un nuevo enfoque responsable para mitigar el problema de los desechos espaciales. Este proceso controlado, conocido como «reingreso dirigido», es parte de la estrategia de la ESA para reducir el impacto ambiental de sus misiones espaciales, asegurando que se eliminen de manera segura y sostenible.
Tim Flohrer, jefe de la Oficina de Basura Espacial de la ESA, explicó que observar cómo se desintegra Salsa permitirá obtener información clave sobre la construcción de satélites que no dejen escombros en el espacio. Este conocimiento será fundamental para futuras misiones como Smile y Proba-3, que seguirán explorando el entorno magnético de la Tierra.
Tras la reentrada de Salsa, los tres satélites restantes de la misión Cluster serán colocados en modo de «mantenimiento», en el que permanecerán bajo vigilancia para evitar colisiones con otros objetos espaciales. El próximo en seguir a Salsa será Rumba, que está programado para un reingreso controlado en noviembre de 2025, seguido por Samba y Tango en agosto de 2026.
En paralelo, la ESA tiene previsto lanzar su próxima misión, Smile, a finales de 2025. Esta misión, en colaboración con la Academia China de Ciencias, construirá sobre los logros de Cluster para desvelar nuevos secretos sobre la compleja interacción entre el viento solar y la magnetosfera terrestre. La misión Cluster se retira con un legado notable, y su final marca el inicio de una nueva era de sostenibilidad y seguridad en la exploración espacial.