La Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) ha excluido a Boeing de su concurso para desarrollar un sucesor del E-4B Nightwatch, confirmó Boeing el viernes, agitando la batalla para construir la próxima versión del avión conocido como ‘doomsday plane’, el avión del “Día del Juicio Final», debido a su capacidad para sobrevivir a una guerra nuclear, según ha sabido la agencia Reuters.
La decisión deja al contratista de defensa Sierra Nevada como la única compañía que compite públicamente por el contrato del Centro de Operaciones Aerotransportadas de Supervivencia (SAOC) para eventualmente reemplazar una flota que ha estado en uso desde la década de 1970.
Conocidos oficialmente en EEUU como Centros Nacionales de Operaciones Aerotransportadas (NAOC), estos aviones permiten a los líderes emitir órdenes y librar la guerra desde el cielo. También cuentan con una amplia gama de mecanismos de defensa, incluida la capacidad de resistir pulsos electromagnéticos. Las tripulaciones del avión también utilizan instrumentos de vuelo analógicos tradicionales para navegar, ya que son menos susceptibles a los ciberataques.
Los aviones, aunque técnicamente no son secretos, rara vez se mencionan. La Fuerza Aérea de EEUU, por ejemplo, ni siquiera reconoce públicamente ser propietaria de algunos de ellos.
En funcionamiento desde la década de 1970, estos puestos de mando aerotransportados fueron considerados durante mucho tiempo la mejor oportunidad para que un presidente de la Guerra Fría sobreviviera a un ataque nuclear.
El programa SAOC de la USAF, dotado con 8.000 millones de dólares, sustituirá a la antigua flota de aviones E-4B Nightwatch del NAOC. Y dado que el E-4B del NAOC está llegando al final de su vida útil -se calcula para principios de la década de 2030- y hay poco tiempo para desarrollar un nuevo diseño, se supone que el SAOC será un derivado de un avión comercial existente, casi con toda seguridad un Boeing 747-800, ya que es el único cuatrimotor de gran tamaño fabricado en EEUU disponible en el mercado
Fuentes conocedoras de la situación dijeron que Boeing -el fabricante titular del E-4B- y la Fuerza Aérea fueron incapaces de llegar a un acuerdo sobre los derechos de los datos y las condiciones del contrato, con el fabricante de aviones estadounidense negándose a firmar cualquier acuerdo de precio fijo que le obligue a pagar costes por encima de un límite acordado.
La estrategia de adquisición de la USAF requería que el ganador del contrato de Ingeniería y Desarrollo de Fabricación (EMD) comprara los aviones y los llevara a una configuración común antes de su conversión.