Desde la evangélica multiplicación de los panes y los peces no se conocía otro prodigio similar como el milagro de la economía insostenible registrado en la oficina del Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España (COIAE), consistente en multiplicar sin necesidad los contratos del personal en época de crisis y aumentar excesivamente sus nóminas mientras se anunciaba una reducción del presupuesto en el capítulo salarial, según algunos colegiados.
¿Cómo se puede incrementar más de un 18% el gasto salarial reduciendo un 1% el presupuesto para ese capítulo? Pues se puede. ¿Hay quien dé más por menos? Pasen ustedes, señores, vean la maravilla inexplicable, el admirable fenómeno, el mágico suceso. Lo raro es que el taumaturgo capaz de tan fabuloso portento no fuera capaz de presentar una cuenta de resultados sin pérdidas, como la exhibida en la Junta General Ordinaria del pasado 4 de febrero. Tal vez las prisas -malas consejeras- y la urgencia por convocar a todos los colegiados a unas elecciones en unas fechas tan intempestivas como las fiestas navideñas hicieron pasar inadvertido al mago milagrero un detalle tan nimio como el de adecentar y cuadrar las cuentas.
Pero volvamos al detalle del milagroso portento. Lo de multiplicar los entes sin necesidad ya lo había refutado en el siglo XIV el filósofo escolástico inglés Guillermo de Ockham a propósito de la polémica sobre los conceptos universales. Y precisamente en momentos extremadamente difíciles para la economía de las familias, las empresas y las instituciones, cuando todo el mundo trata de desembarazarse de “michelines” y apretarse el cinturón reduciendo los contratos a lo estrictamente necesario, va el COIAE y amplía su plantilla. “¿Cómo es eso? ¿No dijo el cesado decano en una de sus desternillantes comunicaciones que ‘estaba limpiando el Colegio’? ¿Acaso era necesario incrementar el servicio de higiene o es que, de verdad, se trataba de ‘limpiar y lustrar’ del todo la institución?”, se preguntan algunos colegiados y añaden: “el estudio auditado de las cuentas de los últimos años dirá la última palabra”.
Ahora la nueva Junta Directiva, por lo que se ve, ha encontrado perfectamente prescindible tal incremento de personal y ha procedido a su reducción con la indemnización correspondiente, lo que supone un coste más a anotar en el “debe” del anterior ejecutor, aunque ello represente a medio y largo plazo un ahorro para la corporación.
Esa ha sido la respuesta racional y empresarial de los nuevos gestores del COIAE a la proliferación de la plantilla o su multiplicación innecesaria, tan denostada por los colegiados, como quedó bien patente en la Junta General del pasado 4 de febrero, según puede apreciarse en el Acta correspondiente.
“¿Por qué los gastos de personal suben cuando los ingresos decrecen?”, preguntó ingenua pero oportunamente en la Junta General uno de los colegiados asistentes refiriéndose al descuadre de las cuentas. El cesado decano explicó, según consta en Acta, que “es debido a que ha tenido que despedir a bastantes empleados”. Pues ¿a cuántos contrató durante su efímero mandato? Si cuando llegó al Colegio había nueve empleados en la oficina y la nueva Directiva ha cesado ahora a tres de los contratados por la anterior, quedando exactamente los mismos nueve preexistentes, ¿cómo se explica el despido de “bastantes” empleados? ¿Cuántos? ¿Quiénes? He ahí, pues, otro milagro: la multiplicación de los despidos e indemnizaciones.
En cuanto al incremento porcentual de las nóminas o multiplicación de los panes, el caso era más difícil todavía. Resulta que en un año de vacas flacas, con abultadas pérdidas en los ingresos en las arcas colegiales, en medio de una crisis económica general, con una recesión de caballo y un IPC que ha visto las primeras tasas negativas en la serie histórica del indicador en un descenso sin precedentes en la presión de los precios, el cesado decano por arte de birlibirloque, antes de ser desalojado del Colegio, ¡voilá!, ordenó un incremento salarial de más de un 18% de promedio para la plantilla, lo que significaba que algunos se fueran contentos con más de un 50% y un 30% y, lógicamente, otros con bastante menos. Sin embargo, y ahí está la maravilla del prodigio, el presupuesto adjudicado para ese concepto en el ejercicio actual, según se presentó a los colegiados asistentes a la Junta General, era un 1,7% menos que en el pasado ejercicio. Eso es lo sorprendente y milagroso.
Vean, vean. “Los números cantan o, como titulaba en uno de sus delirantes escritos, ’cuando los resultados hablan’”, según revelan algunos colegiados. He aquí en detalle el arte de la prestidigitación. A tenor de la cuenta de resultados del COIAE correspondiente al año 2008, los gastos de Personal y Seguridad Social fueron 312.617,21 euros, según ha podido saber este diario. Un año después, ese mismo capítulo de gastos se elevó un 15,6%, es decir, hasta 364.240,34 euros. Y, sin embargo, a pesar del incremento de más de un 18% de promedio en la nómina del personal -de la que éste ya se pudo beneficiar en el pasado mes de enero-, el presupuesto destinado el año en curso a ese capítulo es de 358.000 euros, es decir, un 1,7% menos que en el año precedente. ¿Cómo se explica eso? O parodiando al desconocido colegiado interpelante en la Junta General “¿cómo es que se incrementan los gastos de personal en más de un 18% si el presupuesto destinado a ese capítulo decrece en un 1,7%?” He ahí el milagro.
A principios de este año, el ahora cesado, según numerosos colegiados, “para perpetuarse en el mando, urdió el ardid de convocar elecciones anticipadas justo durante los días inhábiles de la Navidad”. El resultado, ¡ay! fue muy otro. Y muy a su pesar tuvo que irse involuntariamente pero después de haber incrementado milagrosa, alegre, frívola y disipadamente el salario a los empleados, igual que cuando llegó. Porque antes de irse -casi la víspera- quiso que quedaran consolidados para todo el año unos incrementos salariales considerables. Por si acaso.
Más tarde, vino la nueva Directiva con las rebajas y fue algo así como en el estrambote del soneto de Cervantes al túmulo de Felipe II en Sevilla: “Y luego, in continente,/ caló el chapeo, requirió la espada,/ miró al soslayo, fuese y no hubo nada”.