Washington.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, apunta a la célula terrorista internacional Al Qaeda en la Península Arábiga como presunta organizadora del atentado frustrado del pasado 25 de diciembre.
Ese intento frustrado de hacer detonar explosivos en el vuelo de Northwest ha puesto al Yemen en el escenario mundial y generó una serie de llamadas entre Gordon y Obama. EE UU y Reino Unido cerraron ayer sus embajadas en Sanaa hasta nuevo aviso y España mantiene restringido el acceso a la misma, según el Ministerio de Asuntos Exteriores, debido a las continuas «amenazas de Al Qaeda» de atacar intereses foráneos.
Obama indicó que la célula regional de la organización dirigida por Osama bin Laden proporcionó al atacante los explosivos y los conocimientos necesarios para ejecutar el atentado contra el avión. Abdulmutallab fue reducido por la tripulación y por los pasajeros mientras intentaba activar un artefacto durante la aproximación del aparato, con 278 personas a bordo, al aeropuerto de Detroit.
“Sabemos que viajó a Yemen, donde parece que se unió a un afiliado a un grupo llamado Al Qaeda en la Península Arábiga, que le entrenó, le equipó con explosivos y le ordenó que atacara ese avión que se dirigía a EEUU», según informó el presidente en su discurso semanal.
El detenido había atravesado con éxito todas las medidas de cotrol de los aeropuertos y, a pesar de que figuraba en una lista de asociados con actividades terroristas, disponía de permiso para embarcar en vuelos internacionales.
Obama ha asignado a su asesor en la lucha antiterrorista y de seguridad interior, John Brennan, la tarea de confirmar toda la información relativa a la revisión del sistema de vigilancia terrorista y de las medidas de control aéreo para el acceso de pasajeros a los aparatos. Estas diligencias serán concretadas en una recomendación final que el presidente espera recibir “en los próximos días”.
El presidente norteamericano sostiene que su Gobierno ha consolidado las relaciones bilaterales con las autoridades yemeníes para ejercer “presión incesante sobre los extremistas”, dentro de una extensa estrategia en la lucha contra el terrorismo en la región con el «asequible» objetivo de desmantelar y derrotar a Al Qaeda y sus operaciones desde el este de áfrica hasta el Sudeste asiático.