Washington.- A pesar de los planes para limpiar el espacio aéreo de basura espacial, cuando las naves concluyen su misión se deja que la atmósfera las desintegre en su reentrada y se programa su caída en un lugar donde se minimicen los daños. Ese lugar es el conocido Polo de inaccesibilidad del Pacífico, popularmente denominado Punto NEMO.
Se trata del lugar más alejado de tierra firme en cualquier dirección. Se encuentra en las siguientes coordenadas: 48°52.6′S 123°23.6′O. El Punto NEMO, la región más alejada de cualquier tierra firme, representa el lugar más idóneo para estrellar satélites o estaciones espaciales, según recoge Yahoo.
Actualmente, unos 4.000 satélites operativos orbitan la Tierra, a los que hay que sumar otros 48.000 objetos de diferentes tamaños, considerados como basura espacial, según la red de observatorios norteamericanos, conocida como Space Surveillance Network (SSN).
SSN mantiene desde el año 1957 un detallado registro de todos los objetos mayores de 10 centímetros que se encuentran orbitando nuestro planeta. Desde grandes estaciones espaciales hasta los sigilosos satélites espías, incluyendo etapas de cohetes o telescopios, según informa Yahoo.
Toda esta chatarra espacial supone un enorme problema no solo para futuros lanzamientos sino para las misiones que se están desarrollando en estos momentos en las órbitas bajas de nuestro planeta.
Durante más de tres décadas las agencias espaciales han elegido este lugar, precisamente por su lejanía a cualquier región habitada, para estrellar sus satélites, cohetes e incluso estaciones fuera de funcionamiento. Es el cementerio de naves tan emblemáticas como los cargueros Progress, los vehículos ATV de la ESA o estaciones espaciales como las Salyut (y su increíble historia de rescate) o la célebre MIR rusa.
Esta semana hemos conocido la noticia de que el telescopio espacial Hubble está cayendo y, aunque no supone un problema a corto plazo, tarde o temprano caerá a la Tierra para unirse a las docenas de naves que han acabado sus días en este cementerio espacial en el océano Pacífico.
Se trata de un lugar en el que descansan, desde finales de la década de los ’80, tantas y tantas naves legendarias. Llegar a él entraña tres problemas fundamentales: su lejanía, ya que es el punto más alejado de cualquier tierra firme; la profundidad de sus aguas (el fondo marino se encuentra a casi 4.000 metros) y finalmente que todas estas naves se desintegran en la atmósfera y lo que queda de ellas apenas es un puñado de hierros desvencijados que se hunden en el fondo del mar.