Madrid.- El presidente de Enaire y secretario de Estado de Infraestructuras, Transportes y Vivienda, Julio Gómez-Pomar, y el presidente de Aena, José Manuel Vargas, cumplirán este mediodía con el ritual tañido virtual de campana en el edificio de la Bolsa de Madrid con ocasión del debut en el parquet de la gestora aeroportuaria española.
En efecto, se trata de un debut de campanillas. Aena sale a Bolsa como primera Oferta de Venta Pública (OPV) de acciones del año valorada en 8.700 millones de euros y un total de 73,5 millones de acciones a 58 euros cada una; un precio alto, sin duda, para un título que despierta expectativas y recelos, como han puesto de manifiesto expertos y analistas bursátiles.
Prueba de ello es que nada menos que 88.800 pequeños inversores se han disputado los 3,5 millones de acciones asignadas en un principio al tramo minorista general y que a última hora se han convertido en 3.698.748 acciones, al sumar a la cantidad inicial las 262.384 acciones no adjudicadas en el subtramo para empleados de Enaire y Aena, que ni siquiera han llegado a cubrir la tercera parte del número de acciones reservadas para ellos, porque, sin duda, su propia empresa no les ha motivado ni despertado la atracción y el entusiasmo suscitado entre el resto del tramo minorista de inversores.
Igual ha ocurrido con dos de los tres elegidos inicialmente en octubre como inversores de referencia y núcleo duro de la operación. Se han quedado sin el puesto en el consejo de administración que ya ocupaban desde hace meses. Sólo uno de los tres, al final optó por subir el precio originariamente ofertado y solicitar acciones por la vía del tramo de inversores cualificados.
A partir de ahora, el mercado determinará si la empresa pública gestora de los aeropuertos españoles merece integrarse en el selecto club del Ibex y si vale lo que dicen que vale y por lo que se ha pagado.