En este mes que abre un año que para todos deseamos mejor que los precedentes, en el Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España (COIAE) hay convocadas elecciones a su Junta Directiva, convocatoria que unos consideran ilegal y otros, por el contrario, buscan en ella la oportunidad de saldar sus cuentas con el pasado y enmendar la plana a la Justicia.
En “Mirando hacia atrás con ira”, maravillosa obra del dramaturgo inglés John Osborne, uno de sus personajes dice en un momento determinado: “Tengo una idea. ¿Por qué no jugamos a un pequeño juego? Vamos a fingir que somos seres humanos y que realmente estamos vivos. Sólo por un rato”.
De eso se trata. Pongámonos en la tesitura que plantea el personaje de ficción y pensemos por un momento que estas elecciones, forzadas por una sentencia nada menos que del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, no sólo tratan de poner fin al pasado, sino de actuar en consecuencia y volver a la legalidad. Para que el pasado triste y sucio no vuelva. Es decir, mirando hacia atrás con ira y rabia.
Lo que toca preguntarse es si todos los colegiados son conscientes de que está en sus manos volver o no a un pasado carente de escrúpulos que quiere procesar a la Justicia y tomarse la revancha contra los Tribunales haciendo como si nada hubiera ocurrido en estos últimos siete años, los más negros sin duda de la historia del COIAE.
La Constitución, que consagra la existencia de los colegios profesionales exige a éstos una “estructura interna y un funcionamiento democráticos”. Pero la democracia, a veces, posibilita el atajo de los liberticidas y su acceso al despotismo y a la corrupción sin que las garantías de las instituciones democráticas hagan nada por liberarlas de su yugo.
El gran error de algunos es limitarse a la defensa de la inhibición refugiándose en el temor a complicarse la vida, no sólo desentendiéndose de su obligación y compromiso con la verdad y el derecho sino allanando el camino de los antidemócratas, facilitando su logística y avituallamiento.
Pocos conocedores del reciente y triste pasado del Colegio aciertan a comprender cómo aún ciertos anticuerpos se resisten a la inapelable acción de la Justicia. Quienes burlaron porla fuerza la voluntad de la mayoría de la Junta General y violentaron la decisión de la Administración, ¿serán capaces ahora de reírse de la Justicia? ¿Se atreverán ahora algunos colegiados, aunque sea con su silencio cómplice, con su apatía y desinterés, a llevar la contraria a las sentencias reiteradas de los Tribunales?
“No habrá paz para los malvados”, tituló su película Enrique Urbizu hace tres años. Tampoco habrá impunidad. A los artífices de tamaño daño no puede salirles gratis cuanto hicieron. La pusilanimidad, la cobardía o el silencio no pueden absolver lo que han condenado los Tribunales.
“Otro COIAE es posible”, grita desde estas mismas páginas una de las candidatas a dirigir la nueva Junta Directiva. No sólo es posible. Es necesario e imperiosamente urgente. “No se soluciona el pasado con el pasado, no se solucionan los problemas echando gasolina al fuego”, ha dicho. Pues eso. Y suerte al COIAE.
(Editorial de la revista Actualidad Aeroespacial del mes de enero de 2014.)