La ex embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley, ha abandonado este jueves el Consejo de Administración de Boeing, cortando lazos con una compañía que ella apoyó durante mucho tiempo como gobernadora de Carolina del Sur, debido a su oposición al rescate, actualmente en proceso, del constructor aeronáutico norteamericano ante la pandemia de coronavirus.
«Creo firmemente que cuando uno es parte de un equipo y no se puede apoyar de buena fe a la dirección del equipo, lo correcto es renunciar«, escribió Haley al CEO de Boeing, Dave Calhoun, y al presidente del Consejo, Larry Kellner, en sendas cartas fechadas el pasado lunes anunciando su salida del Consejo.
«No puedo apoyar una medida de ayuda o rescate por parte del gobierno que prioriza a nuestra empresa sobre los demás y depende de los contribuyentes para garantizar nuestra posición financiera», dijo Haley en sus cartas. «Durante mucho tiempo, he mantenido fuertes convicciones de que este no es el papel del gobierno«.
A principios de esta semana, Boeing dijo que estaba buscando 60.000 millones de dólares en «liquidez pública y privada» para la industria aeroespacial, que está luchando en medio de una epidemia de Covid-19 que ha reducido significativamente los vuelos y ha cerrado muchos negocios.
La administración Trump ha dicho que respaldaría a Boeing, que también es un importante contratista de defensa de Estados Unidos.
La renuncia de Haley marca un distanciamiento con respecto a la administración de Trump, que ella dejó en sus propios términos, ocasionalmente hablando en contra del presidente Donald Trump.
Haley, de 48 años, se incorporó al Consejo de Administración de Boeing el año pasado después de su retirada de la administración Trump. Haley, popular en su estado natal, regresó a Carolina del Sur, donde Boeing tiene una importante instalación de producción y fundó una organización sin ánimo de lucro.
Como gobernadora de Carolina del Sur antes de incorporarse a la administración Trump, Haley luchó contra los intentos de los sindicatos de representar a los trabajadores en la planta de North Charleston, donde el constructor aeronáutico ensambla sus aviones Boeing 787. En ese momento, ella dijo que los sindicatos no eran necesarios porque las compañías en su estado cuidaban de sus trabajadores.