El satélite SMOS, de la ESA, ha superado una década en órbita. Su instrumento MIRAS, diseñado y construido por Airbus España, sigue funcionando a la perfección. SMOS está suministrando información para entender y monitorizar el ciclo del agua. Estos datos y otros de observación de la Tierra están siendo masivamente usados para salvaguardar nuestro futuro y mejorar nuestra vida cotidiana.
MIRAS (Microwave Imaging Radiometer with Aperture Synthesis) es el único instrumento a bordo del satélite SMOS y es el corazón de su misión. Fue construido por un consorcio de 20 empresas europeas liderado por Airbus en España.
El satélite se lanzó el 2 de noviembre de 2009 y se suponía que su misión tendría una duración de entre 3 y 5 años. Pronto, sus beneficios en muchas áreas se hizo evidente y gracias a su bajo consumo de carburante su misión se amplió en 2013 por otros cuatro años. En 2017 fue nuevamente alargada hasta consumir su combustible hacia 2020 o más allá.
Andrés Borges, jefe del proyecto SMOS de Airbus España, subraya el buen funcionamiento del instrumento después de estos 10 años, “en contribuir a engrandecer nuestro conocimiento sobre cómo interactúan los parámetro geofísicos, principalmente la humedad del suelo y la salinidad de los océanos. SMOS ha sido un pionero y la tecnología de su radiómetro de apertura sintética ha demostrado ser una herramienta ideal en cuantificar, monitorizar y gestionar los riesgos”.
El instrumento MIRAS de SMOS ha representado un gran reto tecnológico dado que emplea técnicas innovadoras de medida nunca antes utilizadas en el espacio. Su misión es medir la humedad del suelo y la salinidad de los océanos para entender el ciclo del agua de nuestro planeta. De hecho, antes de SMOS no era posible medir estos parámetros desde el espacio. Hace 40 años se sugirió, pero la tecnología aún no estaba al nivel de las exigencias científicas.
Incluso la ESA ha utilizado expresiones como “revolución tecnológica” e “hito histórico” en la observación de la Tierra, ya que para llevar a cabo esta misión con la radiometría clásica, se requeriría una antena de 10 metros de diámetro, algo imposible de alojar dentro de un lanzador.
Estos dos parámetros, la humedad del suelo y la salinidad de los océanos, son de gran importancia científica para entender mejor cómo interactúa el agua en nuestro planeta, permitiendo mitigar los efectos del cambio climático.