La Administración Trump está elaborando un cuerpo legal sobre la Luna y sus recursos en virtud de un nuevo acuerdo internacional patrocinado por EEUU llamado “los Acuerdos de Artemisa”, según ha sabido Reuters de fuentes próximas al proyecto.
El acuerdo sería el último esfuerzo para conformar aliados en torno al plan de la Nasa para llevar a seres humanos y estaciones espaciales a la Luna dentro de la próxima década, y se produce cuando la agencia espacial civil juega un papel cada vez más importante en la implementación de la política exterior estadounidense. El borrador del acuerdo aún no se ha compartido formalmente con los aliados de EEUU.
La Administración Trump y otros países que exploran el espacio ven a la Luna como un activo estratégico clave en el espacio ultraterrestre. La Luna también tiene valor para la investigación científica a largo plazo que podría permitir futuras misiones a Marte, actividades que se enmarcan en un régimen de derecho espacial internacional ampliamente visto como obsoleto.
Los Acuerdos de Artemisa, denominados así por el nuevo programa lunar Artemisa de la Nasa, proponen «zonas de seguridad» que rodearían las futuras bases lunares para evitar daños o interferencias de países o compañías rivales que operan en las proximidades.
El pacto también tiene como objetivo proporcionar un marco bajo el derecho internacional para que las empresas posean los recursos que extraen, dijeron las fuentes.
En las próximas semanas, los responsables estadounidenses planean negociar formalmente los acuerdos con socios espaciales como Canadá, Japón y países europeos, así como con los Emiratos Árabes Unidos, abriendo conversaciones con países que la administración Trump considera que tienen intereses «afines» en recursos lunares.
Rusia, un socio importante de la Nasa en la Estación Espacial Internacional (ISS), no será uno de los primeros socios en estos acuerdos, dijeron las fuentes, ya que el Pentágono ve cada vez más a Moscú como hostil por realizar maniobras de satélites «amenazantes» hacia satélites espías de EEUU en la órbita terrestre.
EEUU es miembro del Tratado del Espacio Exterior de 1967 y ve las «zonas de seguridad» como una implementación de uno de sus artículos muy debatidos. Establece que los cuerpos celestes y la Luna «no están sujetos a la apropiación nacional por reclamo de soberanía, por medio del uso u ocupación, o por cualquier otro medio».
Los Acuerdos de Artemisa son parte del plan de la administración Trump para renunciar al proceso de tratados en las Naciones Unidas y, en cambio, llegar a un acuerdo con «naciones de ideas afines», en parte porque un proceso de tratado tomaría demasiado tiempo y trabajar con estados que no son espaciales sería improductivo, dijo a Reuters un alto responsable de la Administración norteamericana.
A medida que los países tratan cada vez más el espacio como un nuevo dominio militar, el acuerdo liderado por EEUU también es emblemático del creciente papel de la Nasa como herramienta de la diplomacia estadounidense y se espera que avive la controversia entre los rivales espaciales de Washington como China.
La Nasa está invirtiendo decenas de miles de millones de dólares en el programa Artemisa, que pretende llevar a seres humanos a la Luna en 2024 y construir una «presencia sostenible» en el polo sur lunar a partir de entonces, con compañías privadas capaces de extraer rocas lunares y aguas subterráneas que puedan ser convertidas en combustible para cohetes.