París.– Después de más de medio año en la ISS, el astronauta europeo André Kuipers, prepara su regreso a la Tierra desde la Estación Espacial Internacional (ISS), previsto para el próximo domingo, habiendo registrado el record del vuelo más largo en la historia de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Kuipers y sus dos compañeros de Expedición, el ruso Oleg Kononenko y el americano Donald Roy Pettit, regresarán el próximo domingo a la Tierra de donde partieron hacia la ISS el pasado 21 de diciembre. La prolongación por un mes de su estancia en el espacio fue debida a una avería en la nave Soyuz que retrasó la llegada de la tripulación de relevo.
Durante su última semana, el astronauta holandés concluye varios experimentos, uno de los cuales consiste en el estudio de los mecanismos que emplea el cuerpo humano para regular su temperatura. El proyecto Thermolab monitoriza la temperatura corporal de un astronauta durante una misión espacial de larga duración, para ayudarnos a comprender mejor cómo se adaptan nuestros cuerpos a las condiciones de microgravedad.
En nuestro planeta, el cuerpo humano depende de los mecanismos de convección para reducir su temperatura: cuando el aire se calienta, disminuye su densidad y asciende, alejándose de nuestra piel. En microgravedad, sin embargo, no existe la convección natural, por lo que resulta sorprendente que incluso en estas condiciones los cuerpos de los astronautas sean capaces de adaptarse y de regular su temperatura.
El control de la temperatura corporal es especialmente importante mientras hacemos ejercicio físico, por lo que los científicos miden y comparan la temperatura de Kuipers y sus compañeros de misión mientras descansan y durante su entrenamiento diario. Este experimento se está desarrollando en paralelo con un estudio de la Nasa sobre el consumo máximo de oxígeno por parte de los astronautas mientras hacen ejercicio en una bicicleta estática instalada en la Estación.
Los termómetros convencionales resultan poco prácticos en el espacio. Kuipers utiliza dos sensores que instala sobre su frente y pecho, que miden su temperatura corporal de forma continua. Estos sensores fueron utilizados por primera vez por el astronauta de la ESA Frank De Winne en el año 2009, y más tarde durante la misión Mars500, para medir cómo variaba la temperatura corporal de los tripulantes con el ciclo día-noche.
El instrumental de Thermolab ha despertado el interés de los hospitales. La capacidad de monitorizar la temperatura corporal de forma continua haría posible detectar de forma temprana un cambio en la condición médica de un paciente. Al tratarse de un sistema no-invasivo, resulta más higiénico y fácil de usar.