El pasado 16 de noviembre, tras la última reunión del Consejo de Ministros, el entonces titular de Fomento y portavoz del Gobierno en funciones, José Blanco, se despedía de los periodistas invitando al Ejecutivo entrante al dolor de corazón, a la contrición y al propósito de enmienda, como prevenía el viejo catecismo de Astete a la hora de confesarse con Dios.
“No voy a evaluar las decisiones que tiene que tomar el próximo Gobierno. Tendrá que tomar, sin lugar a dudas, decisiones difíciles para responder a los desafíos que tenemos como país. Espero que esto sirva para hacer propósito de la enmienda cada uno, el que tenga que hacerla, y para reconocer el trabajo que hizo el presidente del Gobierno de España, Rodríguez Zapatero, cuando tuvo que afrontar también decisiones difíciles, muy criticadas por parte de quien ahora tiene que tomar también decisiones difíciles”, dijo el ministro de Fomento saliente.
Nuevo Gobierno, problemas viejos. No parece que el nuevo equipo del PP llegue al Ministerio de Fomento arrepentido de sus críticas al modelo aeronáutico diseñado, emprendido y no consumado de José Blanco, quien deja el sector aeronáutico sumido en graves problemas. “Nosotros lo que le daremos será la vuelta como si fuera un calcetín a este modelo incipiente -porque ni siquiera sabemos cuál es- del Partido Socialista”, dijo a “Actualidad Aeroespacial” el presidente de la Comisión de Transportes del PP, Andrés Ayala, hace ahora cinco meses. “Estamos en contra del modelo aeroportuario del señor Rodríguez Zapatero, nos parece que es un conjunto de bandazos impresionante y que responde a la política sin norte y sin proyecto que está teniendo el ministro de Fomento y que nosotros no sólo no estamos de acuerdo, sino que creemos que causa un clarísimo perjuicio para lo que es el futuro del sistema aeroportuario español”, añadió Ayala.
A pesar de eso, José Blanco, ya en trance de convertirse en ex, sacaba pecho en su último día y se ponía medallas: “Uno de los aciertos importantes que ha adoptado este Gobierno fue la reforma del control aéreo, que nos ha permitido reducir los costes de navegación el 50%, que nos ha permitido bajar las tasas aéreas de navegación el 15% y que nos ha permitido una cosa más importante, que es que la previsión de entrada en beneficios de Aena, que estaba inicialmente prevista para el año 2016, se haya anticipado a este año 2011. Por lo tanto, es un ejemplo de eficiencia, de decisión, de determinación y de lo que me siento orgulloso”.
Evidentemente, no piensa así el PP: “Blanco está actuando en contra no sólo de los intereses de España, sino del papel que España debería estar jugando en lo que es el concepto de Cielo único europeo, en lo que es la responsabilidad de tener que pilotar una parte del espacio aéreo que no sólo comprende el territorio español, sino que también comprende Portugal, parte del norte de áfrica y parte del océano Atlántico, como todo el mundo sabe y, por lo tanto, creemos que estamos en una deriva con consecuencias fatales. Porque nos puede conducir a una situación sin retorno en la cual hayamos dilapidado, no sólo un ‘know how’ y una forma de actuar que era la que tenía Aena, tanto en navegación aérea como en aeropuertos y, además, está provocando un proceso de desmembramiento a cambio de nada”, enjuiciaba Ayala.
El propio nuevo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, concretaba no hace mucho: “quiero advertir que yo no me siento atado por las decisiones que se hayan tomado en los últimos seis meses”.
Todo indica, pues, que el flamante Ejecutivo no viene a responsabilizarse del sector público aeronáutico contrito, pesaroso y afligido, sino con ánimo de sostenella y no enmendalla; es decir, con verdadero propósito de enmienda, pero de enmienda a la totalidad.