Lo que le queda por delante a la flamante ministra de Fomento, Ana Pastor, y al futuro titular de la recién creada Secretaría de Estado de Planificación e Infraestructuras, al menos en lo que atañe al transporte aéreo, no es precisamente un dulce.
Tampoco disponen de mucho tiempo para tomar las primeras y urgentes medidas que el sector reclama, tras el modelo diseñado, emprendido y no consumado por su antecesor, José Blanco, del que ayer Ana Pastor recibió el testigo.
“Corresponde al Ministerio de Fomento la propuesta y ejecución de las políticas del Gobierno en materia de infraestructuras y de transporte aéreo”, según el Real Decreto por el que se reestructuran los departamentos ministeriales que ayer publicó el Boletín Oficial del Estado.
Para empezar, la neoministra tiene el compromiso firme del presidente del Gobierno de adelgazamiento de la Administración enunciado en su programa de investidura: “redimensionamiento del sector público y del personal a su servicio, reestructuración y supresión de Organismos Autónomos, Agencias y otras entidades públicas. El Gobierno va a abrir un proceso de simplificación del sector público empresarial y fundacional del Estado con el objetivo de reducir sensiblemente este tipo de entidades… El objetivo, nuestro compromiso y a él nos vamos a atener: 16.500 millones de reducción del déficit en el año 2012”.
Eso quiere decir que en toda la Administración Pública muchas menos personas tendrán que trabajar más y durante más tiempo; que el nuevo equipo habrá de emplearse a fondo para contrarrestar la deuda de 13.000 millones de deuda acumulada que deja Aena; que habrá de recortar inexcusablemente los más de 3.200 millones de gasto anual de explotación, reducir los 1.300 millones de costes de sus 13.000 empleados. Si en los cálculos del PP para toda la Administración se contempla un recorte anual de 75.000 empleados públicos durante los cuatro años de la legislatura recién comenzada, alguna parte de esa reducción le tocará a Aena, a Aviación Civil y a AESA.
“Algunos de los sectores estratégicos de nuestra economía necesitan ser regulados y de la buena regulación y supervisión de los mismos depende, en gran medida, la competitividad de nuestra economía. Por ello, reduciremos el número de Organismos Reguladores y reordenaremos sus competencias, proponiendo un nuevo sistema de nombramiento de sus miembros con mayor intervención del Congreso de los Diputados. Para ello, el Gobierno, en el primer trimestre del año 2012, remitirá a la Cámara una Ley para el refuerzo de la independencia de estos organismos y mejora de la regulación de la actividad económica”, anunció Rajoy el pasado lunes. Qué duda cabe que el transporte aéreo es un sector estratégico de nuestra economía y que necesita de una buena regulación. Pues ahí tienen materia para emplearse a fondo y con denuedo.
El problema es que, además, no tienen mucho tiempo. Ni siquiera los cien días de consideración y confianza que tradicionalmente solía otorgarse a los Gobiernos tras su toma de posesión. Rajoy ha dado un plazo de tres meses y en marzo Europa nos examina.
En Aena se encontrarán con el viejo y complicado problema del control aéreo, planteado y no resuelto -o mal solucionado- con casi 2.500 empleados públicos enfrentados y afrentados; con la adjudicación de parte de las torres de control, pero sin llevarse acabo este paso y por decidir que hace con ellas y con el resto de las aún no sacadas a concurso.
Luego está la no menos problemática decisión sobre la privatización o no de los aeropuertos, con varias decenas de infraestructuras no operativas, sin pasajeros y sin aviones con una carga sobredimensionada de coste inútil de personal y otras sobreviviendo gracias a las generosas subvenciones de los gobiernos autonómicos. Y, para colmo, el proceso interruptus de cesión de los dos principales aeródromos nacionales -Barajas y El Prat-, cuyo concurso no rato, sino prorrogado, ha sumido en la incertidumbre y perplejidad a propios y extraños, a empresas nacionales y extranjeras.
éstas son algunas de las muchas y urgentes tareas que solo en el ámbito del transporte aéreo tiene ante sí el nuevo Gobierno y una ministra inédita en el sector aeronáutico, aunque con demostrada capacidad de trabajo, energía, seriedad y honradez para hacer frente a los muchos problemas planteados. Suerte y acierto, ministra, que los va a necesitar.