Sao Paulo.- Una juez brasileña ordenó el pasado lunes el cese inmediato de los trabajos de la nueva terminal del aeropuerto de Guarulhos, en Sao Paulo, el mayor del país, cuya construcción está prevista con vistas a la Copa del Mundo de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
La juez fundamenta su decisión en el hecho de que la autoridad aeroportuaria estatal, Infrero, alegando razones de emergencia injustificable, otorgó el contrato a una empresa privada sin mediar concurso, no respetando las bases de licitación para su adjudicación, lo que, a juicio de la juez, sentaría un precedente peligroso para las obras públicas.
El gestor público aeroportuario ha anunciado que apelará la resolución judicial.
Según la decisión judicial, «está claro que la urgencia alegada no es de hecho excepcional y no se origina de un caso fortuito, de una situación de calamidad pública», por lo que no se justifica su declaración y por ende la contratación sin licitación. «Es una necesidad pública ya existente hace años y que sólo ahora se trata de atender con prisa, con urgencia, alegándose perjuicios a la población si no es realizada en 180 días», concluye.
La obra está valorada en 53,5 millones de dólares y fue entregada por la Infraero -ente estatal responsable por la administración de los aeropuertos de Brasil- al consorcio Delta Construcciones sin licitación, precisamente para acelerar su culminación de cara al Mundial de fútbol de 2014. Infraero estima que las obras para construir otro terminal en Guarulhos podrían costar unos 700 millones de dólares. Con esto se podría doblar la capacidad anual del aeropuerto a 52,7 millones de personas para 2014.
Entre 2003 y 2010 el número de pasajeros aumentó un 117% en los aeropuertos brasileños, pasando de 71 a 154 millones por año, y se estima que en 2014 habrá llegado a 225 millones. Poner al día la infraestructura aeroportuaria es uno de los grandes retos del país para el mundial brasileño. Por ello, entre otros aeropuertos, la gestión de Guarulhos será transferida por el gobierno a un consorcio controlado por empresas privadas, que serán responsables, además, de terminar su remodelación.
Hasta ahora, sólo el aeropuerto de Sao GonÇalo d’Amarante, cerca de la ciudad de Natal, fue formalmente transferido a privados.