Cabo Cañaveral.- El transbordador espacial Endeavour, de la Nasa, despegó ayer poco antes de las tres de la tarde, hora española, iniciando la que será su última misión, la STS-134 de 16 días de duración. Tiene prevista su llegada a la Estación Espacial Internacional (ISS) a mediodía de mañana.
A bordo del Endeavour viajan los seis astronautas que forman parte de esta Misión STS-134, el comandante Mark Kelly, el piloto Gregory Johnson y los especialistas Michael Fincke, Greg Chamitoff, Andrew Feustel y el astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA)Roberto Vittori. Sin duda, esta será una histórica misión, ya que se trata del último vuelo del Endeavour.
El principal objetivo de su misión es instalar un sofisticado instrumento científico en el complejo orbital: el Espectrómetro Magnético Alfa (AMS-02), diseñado para buscar pruebas de la existencia de antimateria y ‘materia oscura’ en el Universo. Se trata de un detector de partículas físicas creado para buscar varios tipos de materia inusual estudiando los rayos cósmicos y las partículas «escondidas» en el Universo o no vistas por el ojo humano.
Además, también harán entrega de la plataforma Express Logistics Carrier 3 (ELC3), una plataforma que permite instalar experimentos y repuestos en el exterior de la Estación. El ELC irá cargado con dos antenas de comunicaciones, un tanque de oxígeno, un depósito de amoníaco para los sistemas de refrigeración y un nuevo componente para el brazo robótico Dextre.
La tripulación del Endeavour realizará cuatro paseos espaciales para instalar los nuevos componentes en el exterior de la Estación Espacial. Serán los cuatro últimos de la historia del legendario trasbordador.
“La comunidad científica internacional tiene grandes expectativas en los datos que recogerá el AMS-02, que podrían ayudar a responder cuestiones fundamentales como qué constituye la masa ‘invisible’ del Universo”, explica Jean-Jacques Dordain, director general de la Agencia espacial Europea (ESA).
“La misión del AMS-02 es el complemento perfecto a las observaciones realizadas por los satélites de la ESA Planck, que estudia con precisión la distribución de materia ‘invisible’ en el Universo, y Herschel, que observa, entre otras cosas,- sus efectos en las galaxias más jóvenes. El AMS-02 también permite ilustrar el inmenso potencial de la ISS como plataforma para la investigación científica en un gran número de disciplinas, como la biología, la observación de la Tierra, la ciencia de los materiales o la física fundamental. Ahora que se ha aprobado la extensión de la vida útil de la ISS hasta el año 2020 como mínimo, estamos en condiciones de ofrecer sus instalaciones a científicos de todo el mundo para expandir las fronteras del conocimiento humano”, agregó Dordain.