Madrid.- Un estudio de científicos de Islandia y Dinamarca, publicado esta semana en la revista científica “Proceedings of the National Academy of Sciences” (PNAS), concluye que las autoridades aeronáuticas europeas acertaron cuando decidieron cerrar el espacio aéreo ante la nube de ceniza volcánica desprendida por el volcán Eyjafjallajokull el año pasado.
Los científicos consideran que las partículas de ceniza eran inusualmente cortantes y abrasivas y hubieran podido incluso dañar las ventanillas de los aviones o poner en peligro los motores.
La nube de ceniza desprendida por la erupción del volcán islandés causó el mayor cierre del espacio aéreo europeo desde la II Guerra Mundial. Diez millones de pasajeros resultaron afectados y las pérdidas económicas ascendieron a 2.000 millones de dólares.