Madrid.- El equipo Ira Marina, integrado por estudiantes de la ETSIA, se disputa mañana la final de la competición Ekranoplanos, organizada por la ETSI Navales de la UPM.
Cristóbal Cazorla, Ignacio Bueno, Jorge Cirujano, todos de tercer curso de Ingeniería Aeronáutica, junto con Pablo Cerrolaza, de cuarto y Pablo Caturla, de quinto, conforman el equipo Ira Marina que ha resultado finalista de la competición consistente en diseñar un ekranoplano que sea capaz de levantar el vuelo remolcado a una velocidad inferior a 3 m/s.
Los ekranoplanos son embarcaciones que, empleando el efecto suelo, vuelan a baja altura sobre el agua. Difundir la existencia de estas curiosas y desconocidas embarcaciones y potenciar su desarrollo es el objetivo de los organizadores del concurso.
La competición tiene carácter internacional, dentro de las actividades del proyecto PROMARC (“PROmoting Marine Research Careers”) y los alumnos de la ETSI Aeronáuticos, Ira Marina, tendrán que demostrar que su modelo es mejor que los que presentarán dos equipos de la ETSI Navales (Aeronaval y Los Ekranoqué), un equipo de la ETSI Industriales (los Isis Termotécnicos) y un equipo de la Universidad de Newcastle de Reino Unido (Mast Newcastle), cuyos proyectos también han sido seleccionados por el Comité Técnico para disputar la final en base a la calidad de los planteamientos y la documentación presentada y la adecuación a los requisitos técnicos establecidos en las bases.
El escenario para el desarrollo de la competición no podía ser otro que el Canal de Ensayos Hidrodinámicos de la ETSIN de la UPM, que tiene una longitud de 100 m, una anchura de 4 m y una profundidad de 2,5 m. Pero el factor fundamental del concurso es la velocidad a la que debe volar, 3 m/s: “ahí es donde estriba la dificultad”, afirma Cristóbal Cazorla, representante de Ira Marina, “por lo que las limitaciones de peso son muy importantes y hay que emplear materiales muy livianos pero que no pongan en compromiso la rigidez e integridad del ekranoplano. Nosotros nos hemos decantado por la madera de balsa y el poliespán como principales materias primas”.
La final constituye el punto álgido de la competición, pero el trabajo de los equipos empieza meses atrás, cuando han de presentar un informe técnico en inglés que les ha obligado a “pasar muchas horas en la biblioteca y el centro de cálculo, afrontando problemas de aerodinámica y ciencia de los materiales”, recuerda Cazorla.
El primer premio está dotado con 2.000 euros, pero el premio principal lo habrán alcanzado independientemente del resultado de la competición, ya que el proyecto les permite aplicar los conocimientos adquiridos en la Escuela en algo real. “Es muy interesante enfrentarnos a los problemas técnicos que van apareciendo e intentar darles solución. Es, a pequeña escala, hacer Ingeniería, que es lo que nos gusta”.
Esto es lo que caracteriza a las distintas competiciones de estudiantes que la Universidad Politécnica de Madrid organiza a lo largo del curso escolar. Su objetivo es que los estudiantes completen su formación académica y científica con el desarrollo de aptitudes y habilidades individuales, fomentar el trabajo en equipo y los valores profesionales y humanos, así como el espíritu emprendedor, el compromiso personal y la capacidad de comunicación.
Los alumnos de Ira Marina coinciden en esa forma de entender estos concursos que califican “no sólo de interesantes, sino de motivadores y enriquecedores, pues nos sacan de la ‘rutina de los libros’ para introducirnos en la aplicación a casos reales”.