Francisco Javier Gil
Anoche, en uno de los telediarios, entre otras noticias más o menos relevantes, se contaba que en Estados Unidos un perro se había tragado un diamante valorado en 14.500 euros. ¡Bah! Aficionados. “Desayuno con diamantes” es una deliciosa comedia recreada hace casi medio siglo para el cine por Blake Edwards en adaptación libre de la novela del mismo nombre de Truman Capote. En ella se nos presenta a una preciosa Audrey Hepburn encarnando el personaje de la casquivana Holly Golyghtly, que deambula de fiesta en fiesta por Nueva York hasta la madrugada a la caza y captura de un hombre rico que la mantenga. Tiffany, la joyería de la Quinta Avenida, representa su mayor obsesión, pero sus carísimos caprichos resultan inaccesibles a sus escasos recursos, por lo que aspira a coquetear y seducir a los hombres para convertir en realidad su sueño de diamantes.
Efectivamente, los diamantes están por las nubes, como los aviones. O como algún aeronáutico, despistado entre cúmulos, nimbos, estratos o perdido por los cirros de úbeda, si es que la bella ciudad jiennense, joya del Renacimiento español, además de sus famosos cerros, tiene esos hidrometeoros. Según aseguran mis estupefactos y numerosos comunicantes, presentes en la última Junta General del Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España, celebrada el pasado 4 de febrero, cuando uno de los participantes en la misma interpeló al dizque presidente de la asamblea -y responsable, por tanto, de la rendición de cuentas colegiales- por el contenido de una partida denominada “Gabinete de Comunicación” por el que se había consignado un gasto de 42.612,5 euros, el interpelado explicó sin ningún rubor -no sé si exacta y literalmente con estas palabras, pero me aseguran que tal era su significado- que ese gasto se correspondía con “la invitación a desayunar en el Hotel Palace a algún periodista de ‘El País’ para que publicara noticias del Colegio en su periódico”.
No puede ser. Es una agresión a la inteligencia y al sentido común. Tiene que tratarse de una broma o debieron entenderle mal todos. No acierto a creerlo. Espero con ansiedad a conocer la transcripción oficial de dicho pasaje de la Junta por parte de la taquígrafa o estenotipista que, sin duda, deberá aparecer en el Acta correspondiente a aprobar en la próxima reunión o asamblea de este colectivo, porque no puedo dar crédito a semejante disparate, a ese despropósito u ocurrencia absurda del responsable de dicho gasto. A no ser que el susodicho valore eso de la comunicación en kilates y por la calidad del yantar que se supone que exige: ¡el yantar de los yantares!
Me aseguran que la nueva Junta Directiva del Colegio acaba de prescindir de ese presunto servicio hotelero del anterior ocupante de la sede colegial. Es decir, que se ha rescindido ese supuesto contrato de desayuno con diamantes. Lo que supondrá para el Colegio otro ahorro añadido al que ha significado renunciar al cuerpo de guardia de la sede colegial. Porque resulta de aurora boreal que en un año de crisis económica tan aguda, como la que actualmente atravesamos, en la explicación de los resultados deficitarios de unas cuentas que arrojaron unas pérdidas de más de 200.000 euros, pueda justificarse un gasto de 42.612,5 euros en una invitación a desayunar a un periodista en el Palace. ¡Welcome to Tiffany! Bueno, y si esa explicación vale también para idéntica partida del ejercicio anterior, según se refleja en los “Resultados finales a diciembre de 2008”, el caso es todavía más grave, puesto que en ese año el gasto correspondiente a “Gabinete de Comunicación” fue de 60.124,68 euros. ¡Oiga, que son más de 10 “kilates” de las antiguas pesetas! ¿Acaso le hizo el hotel al Colegio una sensible rebaja de casi el 30% en 2009 por lo de la crisis o es que el año anterior el periodista le comía mejor y desayunaba más?
Caros desayunos, caramba. ¡Como para mantener la línea! Podrían apuntarse a una dieta “low cost”. Con ese dinero han podido efectivamente desayunar con diamantes en la Royal Suite del Palace, si los demás estuviéramos dispuestos a comulgar con ruedas de molino. Aunque hubieran acudido sin falta todos los días del año -incluidos fines de semana, vacaciones y fiestas de guardar- podían haber desayunado hasta por 27.500 de las antiguas pesetas cada día, que ya es desayunar, digo yo. Supongo que ahora en las facultades universitarias de Periodismo y Ciencias de la Información también tendrán que aprender gemología y a usar debidamente los cubiertos.
Lo de “pobres periodistas, déjales que pasen y coman” es un mito que ya cayó hace muchísimo tiempo entre nosotros. Llevo 40 años en esto del periodismo activo, he trabajado decenas de años en distintas redacciones de periódicos y varios lustros gestionando la comunicación de Ministerios, empresas, entidades y corporaciones y puedo asegurar que jamás me han invitado ni he invitado ni he conocido que invitaran a ningún otro compañero periodista a desayunar en el Palace ni en cualquier otro hotel “para que sacaran noticias en sus periódicos”. Pero es que, asiduo lector de la prensa diaria y seguidor de la información, como soy, no he encontrado a bordo de ningún medio de comunicación en los dos últimos años informaciones de ese Colegio. No recuerdo que en todo el año 2009 -ni en el 2008- “El País” ni ningún otro periódico impreso o emisora de radio o TV de ámbito nacional publicaran o emitieran noticias del Colegio de Ingenieros Aeronáuticos ni entrevistas a colegiados o artículos firmados por algunos de éstos, como ocurría con frecuencia en el pasado sin desayunos por medio. Cara y escasamente rentable inversión, por consiguiente, la de estos últimos años. Trabajo, pues, para los auditores.
Pero, hombre, si querían ver publicadas cosas del Colegio como éstas, aquí las tienen y seguirán encontrándolas en este modesto diario digital a la hora del desayuno, sin necesidad de tan pantagruélicos y desmesurados como dispendiosos agasajos hoteleros. De todas formas, tengo que pedir al subdirector de ese diario madrileño, a mi viejo, querido y admirado amigo Carlos Yárnoz, con quien tantas tareas informativas compartí en el pasado, que me informe de esos presuntos “desayunos con diamantes” con que ahora supuestamente obsequian a los periodistas de la calle Miguel Yuste a cambio -o con la pretensión- de que saquen noticias en su periódico, porque no llego a creérmelo. ¿Tan mal estará la prensa estos últimos años que los periodistas no tienen ni para ir desayunados de casa?
¡Qué exquisitos deben haberse vuelto ahora algunos paladares! O ¡qué caros deben estar los diamantes!