Noordwijk.-Sentinel-3 es una misión de dos satélites que ofrece cobertura y datos al programa europeo de vigilancia medioambiental Copernicus. Esto permite comparar el funcionamiento de sus instrumentos. Así, es importante que se identifique cualquier pequeña diferencia, pues de lo contrario los datos proporcionados podrían malinterpretarse como cambios en la superficie de la Tierra.
La clave para vigilar los cambios en el medio ambiente terrestre y garantizar un flujo de datos satelitales constante para mejorar nuestra vida diaria es realizar las mismas mediciones durante décadas. Pero ¿cómo podemos asegurarnos de que los sucesivos satélites, por mucho que constructivamente sean idénticos, ofrezcan mediciones comparables?
En el caso de la misión Sentinel-3 de Copernicus, la respuesta es una serie de ingeniosos vuelos orbitales. Sentinel 3-A, lanzado en 2016, ha estado midiendo los océanos, la tierra, el hielo y la atmósfera para vigilar y comprender las dinámicas globales a gran escala, ofrecer información crítica para operaciones marítimas y mucho más.
Su gemelo, Sentinel-3B, fue lanzado en abril de 2018, y sus instrumentos se están calibrando antes de su puesta en servicio. Una vez que esté operativo, los dos satélites circunvalarán nuestro planeta a una distancia de 140° entre sí.
No obstante, en estos momentos los dos satélites están mucho más juntos, a tan solo 30 segundos de distancia. Dado que vuelan a 7,4 km por segundo, esta separación equivale a 223 km.
Aunque los dos satélites Sentinel-3 son idénticos, con un altímetro radar, un radiómetro y un espectrómetro de imágenes cada uno, hay una mínima probabilidad de que presenten un comportamiento ligeramente distinto.
Dada la poca separación entre los satélites ahora mismo, sus mediciones deberían ser prácticamente iguales. Esta fase tándem también es importante para los futuros satélites Sentinel-3.
Como explica el oceanógrafo de la ESA Craig Donlon: “Nuestro registro climático de los océanos a partir de Sentinel-3 acabará derivándose de cuatro satélites, ya que en el futuro vamos a lanzar otros dos Sentinel-3”.
“Tenemos que entender las pequeñas diferencias entre cada instrumento satelital sucesivo, ya que afectarán a nuestra capacidad de definir con precisión las tendencias climáticas”.
“Los cuatro meses de la fase tándem de Sentinel-3 constituyen una oportunidad fantástica para hacerlo y los resultados permitirán a los climatólogos utilizar los datos de Sentinel-3 con total confianza”.
Por su parte, Bruno Berruti, responsable del proyecto Sentinel-3 de la ESA, señala: “Tras el lanzamiento y las comprobaciones habituales, el equipo de operaciones ha estado volando Sentinel-3B con gran pericia para acercarlo cada vez más a Sentinel-3A”.
“Hace poco llegamos a la cifra mágica de 30 segundos de separación, y me complace afirmar que, oficialmente, ya nos encontramos en la fase tándem”.
“Esta durará unos cuatro meses, al cabo de los cuales los satélites se irán alejando lentamente hasta alcanzar su separación operativa de 140°. En el resto de misiones Sentinel no se ha hecho así, pero nuestro objetivo es medir fenómenos marinos como las turbulencias con la mayor precisión posible”.
La responsable de la misión Sentinel-3 de la ESA, Susanne Mecklenburg, añade: “Por ahora, estamos más que satisfechos con los resultados de la fase tándem. Las mediciones de los paquetes de instrumentos de los satélites parecen estar muy alineadas, pero seguiremos analizando cuidadosamente los resultados durante los próximos meses para asegurarnos de detectar cualquier diferencia por pequeña que sea”.