Bruselas.- Schengen está bajo "enorme presión", advierten los eurodiputados en un informe sobre el funcionamiento del área libre de pasaportes debatido esta martes y que se votará este miércoles.
"Los gobiernos nacionales convirtieron a Schengen en el chivo expiatorio de los fracasos de las políticas de seguridad y de la debilidad del sistema de asilo europeo común”, destaca el autor del informe parlamentario, el eurodiputado portugués Carlos Coelho, del Partido Popular Europeo.
“Sin embargo, Schengen no es el problema, es la solución ", añade, y hace hincapié en que echarle la culpa a la libre circulación podría destruir el sistema único de Schengen. “Si Schengen perece, la Europa de los ciudadanos que conocemos hoy desaparecerá".
La llegada de refugiados a la UE y los ataques terroristas desde 2015 llevaron a la reintroducción temporal de fronteras interiores en algunos puntos de Schengen. El código de fronteras que rige este espacio de libre circulación permite esta opción para casos excepcionales en los que, por ejemplo, se detecte una amenaza para la seguridad.
Esta medida excepcional lleva en vigor más de dos años en algunos países de Schengen, lo que interrumpe el funcionamiento normal del espacio.
"Las fronteras internas siguen vigentes principalmente porque estamos pagando el precio de problemas que están fuera del alcance de Schengen, como la política de asilo", dijo Coelho.
En la actualidad, seis países mantienen controles fronterizos internos: Francia, Austria, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega. En el pasado también los tuvieron Hungría, Eslovenia y Bélgica, por diversos motivos.
Los controles fronterizos interrumpen el libre flujo de personas, bienes y servicios en toda la UE: El impacto se centra principalmente en el transporte transfronterizo de mercancías, el desplazamiento de los trabajadores (1,7 millones de trabajadores en la UE cruzan la frontera todos los días para ir a trabajar) y el turismo.
Hay costes administrativos y de infraestructura para el sector público. En el transcurso de dos años, el coste de los controles fronterizos se estima en 25.000 a 50.000 millones de euros y 2.000 millones en costes operativos anuales.
Con el fin de salvaguardar la seguridad en el espacio sin fronteras interiores de Schengen, en abril de 2017 se introdujeron controles sistemáticos en las fronteras exteriores de todas las personas que entran en la UE, incluidos los ciudadanos comunitarios.
Para tener un registro de los movimientos de ciudadanos no comunitarios en el espacio Schengen y acelerar los controles, el Parlamento y los ministros de la UE acordaron un nuevo sistema de registro de entrada y salida, el 30 de noviembre de 2017. Se espera que estos nuevos controles en las fronteras exteriores estén plenamente operativos para 2020 a más tardar.