Darmstadt.- Tras la fase de frenado paulatino surcando el borde de la atmósfera de Marte, la misión ExoMars de la ESA ha alcanzado su órbita alrededor del Planeta Rojo y ya está lista para comenzar la búsqueda de metano.
El satélite llegó a Marte en octubre de 2016 con el objetivo de investigar el posible origen biológico o geológico de estos gases en la atmósfera. No obstante, también funcionará como relé de comunicación entre los robots en la superficie y sus controladores en la Tierra. Pero para que todo esto fuera posible, la nave primero tuvo que transformar su órbita elíptica inicial de cuatro días, de unos 98.000 x 200 kilómetros, en otra circular y mucho más baja, a unos 400 kilómetros del planeta.
“Llevamos desde marzo de 2017 efectuando una campaña extremadamente delicada de aerofrenado: con cada revolución, hemos ido sumergiendo la nave en las últimas briznas de la atmósfera, decelerándola y rebajando su órbita”, apunta el director de vuelos de la ESA, Michel Denis.
“Así, aprovechamos el leve arrastre de los vientos solares para transformar poco a poco la órbita. Ha sido todo un reto para los equipos de la misión, que han contado con el apoyo de la industria europea, pero han hecho un trabajo excelente y hemos conseguido alcanzar nuestro objetivo inicial”, explica Denis. “Durante algunas de las órbitas hemos estado increíblemente cerca de Marte, a tan solo 103 kilómetros”, comenta el director de vuelos.
La empresa ha finalizado la campaña de aerofrenado, al situar la nave en una órbita de unos 1.050 x 200 kilómetros. “Ya teníamos experiencia en aerofrenado al probar esta técnica en 2014, durante el final de Venus Express, a pesar de que esa misión no estaba diseñada para ello”, señala Peter Schmitz, responsable de operaciones de la nave.
“No obstante, esta es la primera vez que la ESA emplea esta técnica para alcanzar una órbita rutinaria alrededor de otro planeta y ExoMars se ha diseñado específicamente con ello en mente”, explica Schmitz.
El aerofrenado alrededor de un planeta distinto al nuestro y que se encuentra a una media de 225 millones de kilómetros de distancia es una empresa arriesgada. La tenue atmósfera superior ofrece una deceleración bastante limitada, de 17 milímetros por segundo como máximo.
“El aerofrenado funciona únicamente porque pasamos un tiempo significativo en la atmósfera durante cada órbita y luego lo repetimos 950 veces”, reconoce Denis, quien añade que “a lo largo de un año, hemos reducido la velocidad de la nave 3.600 kilómetros por hora, que es muchísimo, haciendo descender su órbita en la medida necesaria”.