Barcelona.- Un grupo de estudiantes de tres centros docentes de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) de Tarrasa y Barcelona están realizando lanzamientos con aparatos construidos por ellos mismos con el objetivo de generar una tecnología propia que les permita convertirse en los primeros universitarios en lanzar un cohete que llegue al espacio exterior.
El equipo, llamado Cosmic Research, prevé que el año 2022 podrán cruzar la barrera de los 200 km con un cohete propio. Se trata de un equipo formado por 20 estudiantes de la Escuela Superior de Ingenierías Industrial, Aeroespacial y Audiovisual de Terrassa (ESEIAAT), la Escuela Técnica Superior de Telecomunicaciones de Barcelona (ETSETB) y al Facultad de Informática de Barcelona (FIB) que se han marcado un reto común y muy ambicioso: pasar a la historia por ser los primeros estudiantes universitarios que lancen al espacio exterior un cohete de fabricación propia.
Para conseguirlo han apostado por construir un cohete de seis metros de longitud, equipado con tecnología electrónica de telemetría, con un motor capaz de desarrollar una velocidad supersónica (por encima de la velocidad del sonido) y que llegue a elevarse por encima de los 100 km (cruzando la llamada línea Karman).
Para los ensayos previos del proyecto, el equipo ha construido cohetes más reducidos, que han bautizado con nombres de mujeres astronautas. Uno de éstos es el aparato bautizado con el nombre de ‘Resnik’ en memoria de Judith Arlene Resnik, la mujer astronauta que murió en la misión Challenger del año 1986.
Desde julio del pasado año, los estudiantes ya han realizado tres lanzamientos exitosos desde Alcolea de Cinca (Huesca) con este aparato, que tiene una longitud de 2,5 metros y que se elevó hasta los 2 km de altitud en solo dos minutos y a una velocidad de 0,8 Mach (cerca de 1.000 Km/h).
Estos ensayos se han hecho teniendo en cuenta las limitaciones de las restricciones aéreas, como explica Alberto Pulido, portavoz del equipo Cosmic Research: “de momento, no podemos volar más alto por razones de seguridad del espacio aéreo, aunque la tecnología de que disponemos nos permitiría llegar mucho más lejos”.
Este cohete inicial, con el que los estudiantes están realizando los primeros ensayos, está fabricado con fibra de carbono y lleva un motor de aleación aeroespacial de aluminio. Además, el ‘Resnik’ incorpora un sistema electrónico y telemetría de doble banda que permite recibir y enviar datos y señales a una estación de control. De momento, el combustible que utiliza el cohete es sólido, aunque, en este sentido, Alberto Pulido especifica que “uno de los retos más importantes es encontrar los recursos para obtener combustible más eficiente posible”.
En estos momentos los integrantes de Cosmic Research ya trabajan el diseño y construcción del cohete que les servirá para realizar el último ensayo antes de realizar el lanzamiento definitivo de aquí a cinco años. Este cohete se llamará ‘Bondar’, en honor de la primera astronauta canadiense Roberta Bondar, que participó en la misión Discovery del año 1992.
‘Bondar’ tendrá una longitud de 3 metros, se lanzará durante el otoño del año 2018 y será una versión a escala del cohete definitivo que llegará al espacio. Este aparato integrará sistemas de telemetría más complejos y servirá para ensayar un nuevo combustible de fabricación propia, menos contaminante, hecho a base de amonio.
El equipo prevé que el coste del lanzamiento, previsto para el 2022, podría llegar a sobrepasar los 40.000 euros, de los cuales un 90% iría a parar al gasto del combustible. Por esto, los estudiantes buscan patrocinadores que les quieran ayudar y han abierto una campaña de micromecenazgo para recaudar fondos, accesible desde su web.