Washington.- Boeing se enfrenta este miércoles a una votación sindical decisiva en su fábrica de Carolina del Sur, una prueba determinante de la capacidad de sindicalización de los trabajadores bajo la nueva Administración Trump en el estado más antisindical del país.
El constructor aeronáutico norteamericano está llevando a cabo una dura campaña contra la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales (IAM), que está tratando de organizar a unos 3.000 trabajadores en una de las dos plantas donde Boeing fabrica los B787 Dreamliners. La otra, en el estado de Washington, ya ha sido sindicalizada por la IAM.
"Sería una gran victoria para los sindicalistas si consiguieran esto", dijo Arthur Schwartz, un consultor independiente que trabajó en relaciones laborales en General Motors durante dos décadas y que no representa a ninguna de las partes, según recoge la agencia Reuters.
Se considera que esta votación es una prueba crucial para determinar la capacidad de organización del movimiento sindical bajo el gobierno de Trump. Un triunfo en la votación constituiría una demostración de rechazo a las políticas antisindicales de Trump y una victoria contra su racismo discriminatorio. Aproximadamente un 33% de los trabajadores/as de la planta son afroamericanos.
Es verdaderamente difícil la labor de sindicalización en el sur de EE UU. Los salarios y la densidad sindical son bajos, la negociación colectiva tiene poca cobertura y los políticos a menudo se oponen a los sindicatos por razones partidistas.
La oposición es fuerte en Carolina del Sur, que es uno de los 28 estados que no requiere que los trabajadores se unan a un sindicato y tiene la proporción más baja de trabajadores sindicalizados, un 1,6%, según la Oficina de Estadísticas Laborales. Nueva York es la más alta con un 23,6%.
En los últimos años, muchas empresas han trasladado su producción al sur del país, para aprovechar la situación de bajos salarios y sindicatos débiles. Después de cerrar una planta en el estado de Washington, Boeing abrió la planta de Carolina del Sur en 2011.