París.- La ESA ha seleccionado el universo gravitatorio como el objetivo de la tercera gran misión de su plan Cosmic Vision, que se lanzará en el año 2034. Desvelar sus misterios no será fácil. Por eso va a lanzar el satélite LISA Pathfinder en noviembre para probar las tecnologías necesarias para desarrollar un futuro observatorio espacial de ondas gravitatorias.
La imagen que ilustra esta noticia es una simulación por ordenador de las ondas gravitatorias que emitiría una colisión entre dos agujeros negros y se parece bastante a las ondulaciones que se forman en la superficie de un estanque al tirar una piedra. Fue publicada por la Nasa en el año 2012.
En el caso de las ondas gravitatorias las perturbaciones no se propagan por el agua, sino por el continuo del espacio tiempo, un ‘tejido’ matemático propuesto por Albert Einstein para explicar la interacción gravitatoria.
Todavía no se han podido observar ondas gravitatorias de forma directa. Su detección nos permitiría estudiar el universo de una forma completamente diferente y, por esto, los astrónomos están trabajando en el desarrollo de detectores tanto en la Tierra como en el espacio, aunque no es una tarea nada fácil.
Según la ESA, las ondas gravitatorias son increíblemente difíciles de detectar. Su movimiento ondulatorio hace que los átomos oscilen aproximadamente una entre mil trillones. Detectar este movimiento sería equivalente a medir la distancia de la Tierra al Sol con la precisión de un átomo de hidrógeno.
Tras décadas de experimentos y desarrollos tecnológicos, los detectores terrestres están muy cerca de conseguir la precisión necesaria. Se espera que realicen sus primeras detecciones en cuestión de unos pocos años, aunque sólo serán capaces de ver una parte de la historia.
La frecuencia de las ondas gravitatorias depende de la masa de los agujeros negros que estén chocando. Los más pequeños, con una masa unas pocas veces superior a la de nuestro Sol, generarían ondas gravitatorias de alta frecuencia que podríamos detectar desde la Tierra. Sin embargo, los agujeros negros masivos que se encuentran en el centro de las galaxias, de un millón de masas solares, generarían ondas gravitatorias de una frecuencia tan baja que quedarían silenciadas por las interferencias sísmicas u otras fuentes de ruido de nuestro planeta. Por este motivo, es necesario desarrollar detectores espaciales.