París.- Andreas Lubitz, el copiloto del A320 de Germanwings que estrelló el avión en los Alpes franceses el pasado 24 de marzo cuando volaba de Barcelona a Düsseldorf causando la muerte de 150 personas, ensayó o intentó lo mismo hasta en cinco ocasiones descendiendo el aparato en el vuelo de ida ese mismo día, entre la ciudad alemana y la española.
El descenso, similar al que luego condujo al aparato a estrellarse en los Alpes, se produjo en el vuelo previo a la tragedia entre Düsseldorf a la Ciudad Condal, según el informe de la Oficina de Investigación Investigación y Análisis para la Seguridad de la Aviación Civil (BEA), que se ha hecho público esta mañana y será puesto a disposición de la Fiscalía.
El director de la BEA, Rémi Jouty, ha explicado que la información de las cajas negras del avión y las comunicaciones con el centro de control francés permite concluir que Lubitz "ensayó el gesto que luego hizo en el vuelo fatal", aunque precisó que todavía es prematuro adelantar los motivos que llevaron a ello.
El vuelo 4U9440 de Germanwings despegó a las 06.01 horas del aeropuerto de Düsseldorf con destino a Barcelona con la misma tripulación que posteriormente emprendería la vuelta. A las 07.19 el piloto Patrick Sonderheimer salió de la cabina y dejó solo a Lubitz. Entonces, el copiloto reguló hasta en cinco ocasiones en apenas cuatro minutos el piloto automático en posición de 100 pies, la mínima que permite el avión, y la misma que unas horas más tarde ordenaría al aparato y que acabó en la colisión.
Esas manipulaciones pasaron desapercibidas para los pasajeros, para el resto de los miembros de la tripulación y para el control aéreo francés, puesto que en ese momento el avión se encontraba ya en una fase de descenso, ha dicho Jouty.
Los controladores de Burdeos habían ordenado al avión bajar de 37.000 pies a 35.000 pies en un primer momento y a 21.000 pies posteriormente, por motivos que todavía desconocen los investigadores del BEA, pero que son normales en el tráfico aéreo.
Momentos antes de que el piloto volviera a su puesto de mando, Lubitz volvió a situar al avión en su altura normal, previa al inicio de la maniobra de aterrizaje, que se produjo sin problemas a las 07.57 horas.
A las 09.00, el avión despegó del aeropuerto de Barcelona con destino a Dusseldorf y 41 minutos más tarde se estrelló en la montaña después de que el copiloto, otra vez solo en la cabina, volviera a situarlo a una altura de 100 pies.
El informe de la BEA revela también que durante la maniobra final Lubitz ignoró una docena de llamadas de aviso, tanto de tierra como desde el interior del aparato, realizadas por autoridades civiles y militares. El copiloto no respondió a ninguna de las peticiones que se le hicieron, a través de distintos medios, para que abriera la puerta.
"Tenemos que tratar de determinar cómo es posible que un piloto con problemas psicológicos pueda estar en la cabina de mando pese a que hay todo un sistema de seguimiento", ha afirmado el director de la BEA. La investigación apunta a que Lubitz sufría depresión y podría haber decidido suicidarse a los mandos del aparato.
El copiloto reanudó en 2009 su formación en la escuela de Lufthansa tras un tratamiento de varios meses contra la depresión. De hecho, desde 2009 Lubitz pasó seis revisiones, en las que se certificó que era apto para pilotar. La aerolínea alemana Lufthansa no informó a las autoridades de tráfico aéreo de los trastornos psíquicos que padecía Lubitz.
La BEA también estudiará el sistema de protección de la cabina de mando de los aviones y lo comparará con las normas vigentes en EE UU tras los atentados del 11-S.