Washington.- En 1965, dos años después de finalizar el Proyecto Mercury, la Nasa puso en marcha el Programa Gemini. Aunque no tuvo tanto seguimiento entre la opinión pública como el primero, fue definitivo para el posterior y exitoso programa Apolo, que consiguió poner en 1969 a un hombre en la Luna.
Gemini tenía cuatro objetivos principales: poner a prueba la capacidad de un astronauta de volar en misiones de larga duración; comprobar cómo una nave espacial podía encontrarse y atracar en órbita alrededor de la Tierra y la Luna; probar los métodos de reentrada y aterrizaje y conocer mejor los efectos de los vuelos espaciales más largos en los astronautas.
A lo largo de 20 meses, de marzo de 1965 a noviembre del año siguiente despegaron de Cabo Cañaveral 10 misiones Gemini, convirtiendo los vuelos espaciales en algo casi rutinario. Con ellos la Nasa desarrolló, probó y puso en el espacio las capacidades transformadoras y las tecnologías de vanguardia en el Programa Gemini que prepararon el camino no sólo para el Programa Apolo, sino también para los logros de los transbordadores espaciales, la construcción de la Estación Espacial Internacional (ISS) y el escenario para la exploración humana de Marte.
Las misiones Gemini sirvieron para que los astronautas aprendieran a trabajar y a vivir fuera de las naves, en el espacio. También les permitió que realizasen sus primeros paseos espaciales y que pudiesen trabajar las operaciones de encuentro y acoplamiento.
La última misión del Programa Gemini comenzó el 11 de noviembre de 1966 y terminó el día 15 del mismo mes. A bordo viajaban los astronautas James A. Lovell, Jr. y Edwin E. Buzz Aldrin.