Kuala Lumpur.- Tras la desaparición en marzo del vuelo MH370, el reciente derribo del MH17 que, según la ONU puede ser considerado un crimen de guerra, coloca a la compañía aérea Malaysia Airlines, que pierde hasta dos millones de dólares diarios, al borde de la quiebra.
La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ha declarado que el derribo del B777 al este de Ucrania el pasado día 17 fue "una violación del derecho internacional" y, dadas las circunstancias, "puede ser un crimen de guerra".
Según estimaciones de la consultora de aviación malasia Endau Analytics, las reservas propias de Malaysia Airlines llegarán para subsistir unos seis meses más, informa la agencia rusa RIA Novosti. A decir de los expertos, la compañía necesita una inyección urgente de capital de su principal accionista, un fondo de inversión controlado por el Estado malasio, para sobrevivir.
La administración de la compañía aérea se prepara para tomar medidas de restauración de la imagen de la compañía y para la rentabilidad de la organización. Malaysia Airlines podría cambiar de nombre y crear nuevas rutas aéreas. También es posible una quiebra de la aerolínea o su privatización.
Malaysia Airlines lleva años perdiendo clientes y con graves problemas financieros. "La dura realidad para Malaysia Airlines después del MH17 es que si el gobierno no pone en marcha inmediatamente un plan, cada día que pasa contribuye un poco más a la autodestrucción de la compañía y a su desaparición", asegura un analista de la consultoría Endau Analytics.
Las previsiones apuntan a que, igual que pasó tras la desaparición del MH370, las reservas de billetes caerán en picado tras el derribo del MH17. "En la industria aeronáutica, la imagen es clave. Desgraciadamente para Malaysia Airlines, sus potenciales clientes en el mundo van a relacionar a partir de ahora a la compañía con las catástrofes", señala la consultoría especializada en viajes y turismo Global Market Advisors
La compañía aérea ya ha anunciado que reembolsará todas las reservas que fueron anuladas tras el accidente en Ucrania, lo que supone un puñado de millones de dólares.